Revista Opinión

Rajoy, el pastor y las ovejas

Publicado el 25 agosto 2014 por Jcromero

No hay medios suficientes, por muy apesebrados y propagandísticos que sean, para tapar las contradicciones o dar valor a las palabras del presidente. ¿Qué hacemos con la mentira? Mejor, ¿qué hacemos con la palabra de Rajoy? ¿Asumimos el engaño como una estrategia más de la política? ¿Se puede afirmar que el inquilino de Moncloa es una persona de palabra?

Quienes saben, afirman que la palabra dio origen al ser político, que el ser humano hace política porque tiene el instrumento de la palabra. Es cierto que hubo épocas mejores: cuando la palabra dada, rubricada con un simple apretón de manos, era suficiente para su cumplimiento. Eran otros tiempos. La palabra que es una herramienta para la comunicación y el entendimiento, un instrumento para transmitir sabiduría y pensamiento, también se utiliza para esconder intenciones, embaucar al ciudadano o doblegar la voluntad del electorado. Cumplir con la palabra dada es una muestra de respeto y honestidad consigo mismo y para con los demás.

El desafecto ciudadano hacia la clase política se justifica por diversos motivos y, entre ellos, el escaso valor que tiene la palabra en política. Dicho de otra manera: falta de respeto a la ciudadanía y voluntad de engaño constante. De acuerdo, Rajoy no es el único que devalúa y deprecia sus compromisos, pero ¿qué valor tiene la palabra del presidente? Desechando las promesas cuyo cumplimiento no radican únicamente en la voluntad de quien las hace, sería conveniente detenernos en alguna promesa ya incumplida y en otra que, nos anuncian, incumplirá.

En su discurso de investidura afirmó solemnemente que no utilizaría la herencia recibida como argumento político. Dependía sólo de él cumplir lo prometido, de dar valor a su palabra. En este caso, no había presiones internacionales ni coyunturas económicas que le aconsejaran hacer lo contrario. Era su palabra y su voluntad de cumplirla o no.

«Nunca haré por mayoría una reforma electoral, tendrá que ser con un gran consenso». ¿Qué ha pasado de febrero de 2013, cuando hizo esta afirmación, al día de hoy, en el que todo el aparato político y propagandístico del PP vende la necesidad y bondades de una reforma unilateral de la que sabemos que, en términos electorales, el valor de 40 será superior al de 60? ¿Responsabilizamos a Merckel, al FMI o la crisis económica?

Habría que reivindicar la palabra como un valor democrático, desterrar de la vida política a todos esos que están convencidos que cuando el pastor levanta la voz, los borregos levantan la cabeza, escuchan y siguen pastando.

Es lunes escucho música:

Precedentes, El golpe democrático del PP, Las mentiras del PP, Rajoy celebra el triunfo en una España irreal, El PP valenciano dando ejemplo, Señor Rajoy ya estamos hartos de sus mentiras…, Las mentiras de Mariano Rajoy, Rajoy, Obiang y los pucherazos, Regenerando la democracia, Una de migas y espinas

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