Revista Opinión

Rajoy: «o PPSOE o el caos»

Publicado el 12 febrero 2013 por Vigilis @vigilis
Rajoy se coloca sin ambages en la situación de portavoz de PP y PSOE. Asume, sin ocultarlo, su papel como director de la comandita de los partidos de la alternancia de la Neorrestauración borbónica. O nosotros o el caos. O PP y PSOE mantienen su fortaleza o vendrá un extraño abismo de consecuencias impredecibles.
Rajoy: «o PPSOE o el caos»
Me gusta mucho que el bipartito reconozca a las claras cuál es la situación. Nadie pone en duda que los españoles tienen una mayoritaria preferencia por estos partidos. Aunque el bipartito esté en horas bajas, su distancia a otras fuerzas políticas es abismal, hoy insuperable. Lo que hace que esta posición de mi paisano sea particularmente sorprendente. Que con una mayoría de 250 diputados, el bipartito se ponga a la defensiva es toda una revelación: tienen miedo.
Porque si Rajoy defiende al bipartito y trata de amedrentar a la prensa extranjera y a los españoles al decirles que las alternativas son extremas y estrafalarias, sin tener un miedo justificable, es que políticamente es un inepto. Y como ha llegado a Presidente del Gobierno, no puede ser políticamente un inepto ¿o sí?
Que el bipartito está para lo que está, lo sabemos todos. Que la situación política española hunde sus raíces en un consenso surgido de la Transición, también. Este consenso, reforzado entorno a una idealización de Europa, es el que hoy hace cumplir a España una serie de instrucciones para ordenar sus cuentas. Esta Carta Otorgada deja margen a los partidos del régimen para no cambiar muchas cosas: se producen recortes en unos asuntos públicos y no en otros, se intervienen bancos pero tampoco se levantan muchas alfombras, se crea un banco malo para que el aterrizaje de los precios de las viviendas sea suave, se hace que el Estado aumente su dependencia politica de Europa. En definitiva, España apunta más a ser una segunda Polonia que a ser la Florida de Europa.
Rajoy: «o PPSOE o el caos»
Está claro que hay cuestiones en las que PP y PSOE tienen margen para crear una sensación de distancia política. Esas cuestiones coinciden justo con las que a la Oficina Alemana de Gestión de Deuda, al Pocero y a la infanta Doña Pilar de Borbón, se las sopla. Subvenciones a la cultura, aborto, educación, etc. son ámbitos en los que el PP y el PSOE pueden diferir. En apariencia, al menos. En lo importante —para ellos— no se encuentran grandes diferencias a la hora de la implementación política. Ahí está la reforma constitucional que obliga a todos los gobiernos del futuro a priorizar el pago de la deuda (cosa, por cierto, con la que no tengo mucho problema, tema distinto es evitar el descuadre de las cuentas públicas), ahí está el consenso entorno a cómo actuar con el rescate a la banca y, sobrevolando estos asuntos, la unanimidad vergonzante de ir hacia una mayor integración política europea sin que el 90% de la población sepa distinguir entre Consejo y Comisión.

Rajoy: «o PPSOE o el caos»

Estos niños me recuerdan a las señoras que se apelotonan en las vallas para ver a los príncipes.

Puedo reconocer como algo positivo que la mayor parte de la población (PP y PSOE representan a la mayor parte de la población) esté de acuerdo en muchos asuntos: eso da seguridad y evita maniobras de «loco Iván». Como defensor de muchas ideas minoritarias, esto me puede fastidiar, pero me someto a las reglas de juego. Lo que ya me pica más es que en esta partida, uno de los jugadores haga trampas.
El Estado (el Estado es básicamente PP y PSOE y cuando hablo de PP y PSOE podéis incluir a IU, CiU... la infanta Doña Pilar, el Banco Santander...) dispone de herramientas de coerción que van desde lo basto: un fulano con una porra, hasta lo sutil, «el interés general», pasando por cosas que incluso muchos de quienes se oponen al sistema, apoyan: TVE. Esta falta de juego limpio también destaca en el ámbito de la poca independencia del poder judicial y de los medios de comunicación privados.
Ok, es justo reconocer que los jueces a veces trabajan y que los medios de vez en cuando y aunque sólo sea por atraerse simpatías, hacen su trabajo. Decir esto es una obviedad: no estamos en Cuba. Pero también es cierto que en un escenario que poco a poco se va pareciendo a un crossover de Mad Max y Equilibrium con tintes de Sin City, la demanda de acciones políticas diferentes está al pie de la calle.
El gran error del bipartito no está tanto en aupar a los más serviles (vergüenza da ver los nombres de algunos constructores en los papeles de Bárcenas o cómo Botín le regala una ONG a De la Vega en pago a los servicios prestados), sino en pensar que nada ha cambiado o nada cambiará. La incapacidad de nuestra clase política por construir un relato más o menos creíble de cómo debe ser la evolución futura del país, o las demandas de los indignados de pastel por aumentar la burbuja estatal como solución a sus problemas, da para reflexionar ampliamente sobre el batiburrillo montado y si acaso intuir que el bipartito no tiene mucha idea de lo que está haciendo y que los «estrafalarios» nos darán dos tazas de este mismo caldo.
Rajoy: «o PPSOE o el caos»

La miserable y ciertamente traidora posición de Rajoy al reconocer que no saben gobernar pero que los que vienen detrás son peores, deja poco margen de duda a lo que entiende él por gobierno representativo. Es cierto que la democracia da la opción a la gente a suicidarse políticamente, pero no es menos cierto que la gente no suele ser idiota. ¿Cuántas democracias han caído en Occidente desde que las ansias de libertad derribaran el muro de Berlín? ¿Una? ¿Dos?
Amedrentar a la población para robarles el derecho a decidir cómo se quieren gobernar es rastrero hasta para Rajoy. ¿Acaso nosotros, el pueblo, somos tan rematadamente idiotas como para no elegir una alternativa al bipartito que no pase por la señora Díez y los astutos comerciales de Quechua? ¿Acaso en las palabras de Rajoy no hay una consciente ocultación de la capacidad de crear alternativas políticas que no pasen por el bipartito o los estrafalarios? Es ése un debate que nos están robando. Bueno, también está el tema de que la gente no va a apoyar masivamente una opción alternativa: si el sistema de partidos cae, la señora Díez se pasará otros 30 años en política, sí, y algún peludo subirá al estrado del Congreso a presentarnos un nuevo modelo de tienda de campaña, pero también habrá más cosas.
Si el hombre primitivo creyese que no hay alternativas y no se puede mejorar, hoy en lugar de liga de fútbol tendríamos pelota vasca.

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