Revista Cultura y Ocio
Tras la publicación del volumen poético Las tradiciones y del aplaudido Acaso una verdad (Premio Nacional de la Crítica en 1993), el leonés Andrés Trapiello volvió al mundo de la lírica con Rama desnuda, editado exquisitamente por Tusquets en su colección Nuevos Textos Sagrados.Trapiello, de la mano de una serie de escritores predilectos que dibujan la anchura de su alma (Leopoldo Panero, Claudio Rodríguez, fray Luis de León, Fernando Pessoa, Giacomo Leopardi), nos traslada en este libro su sentir ante “la inevitable infelicidad de la vida”, y nos hace viajar en el tiempo hacia los arrabales amargos de la consunción y de la grisura (“Dejaste de ser niño, / eres ya gente”). Y de ahí que recurra, en primer lugar, a las alfaguaras siempre ricas del autobiografismo: que recuerde “días irrepetibles en Pedrún,/ en Matueca, en Nocedo y en El Páramo”; que reflexione ante unas viejas fotografías familiares (Flores, galas); que recupere con la memoria terribles escenas infantiles (El albañil) o que nos cuente una bucólica escena escolar, deudora manifiesta de Antonio Machado (Imagino...).Este volumen nos habla, sí, de la trepidación del tiempo, de su huracán de horas y años que todo lo perturba y anega, de la melancolía y de la nostalgia que nos deja en las manos y en el corazón el fluir de los días. Por eso, no es raro que se hable en tantos versos de este volumen de la juventud perdida (Mi alma hace recuento) y de la inmensidad sentimental que comporta volver los ojos y deletrear el balance del espíritu (“Qué grande es el país que llamamos recuerdo”). Sin imposturas, sin grandilocuencias, sin falsos tonos melodramáticos. Con la sincera y la lánguida música del corazón.Hay quienes reprochan a Trapiello el ritmo intensísimo de sus publicaciones y la variedad desconcertante de su escribir (diarios, novelas, poemas, ensayos), pero mientras la belleza final obtenida en sus libros se asemeje a la de este Rama desnuda, los lectores estamos, sin dudarlo, de enhorabuena.