La ranita meridional (Hyla meridionalis) es un pequeño anfibio, fácilmente reconocible por el intenso color verde brillante de su piel. Aunque puede presentarse en otros colores como el pardo, pajizo e incluso el azul. Posee una línea marrón negruzca que va desde la nariz hasta la axila de la pata delantera.
Tiene unos preciosos ojos dorados que son muy fotogénicos. Las pupilas son elípticas y horizontales.
Hay que prestar bastante atención ya que de manera habitual se la confunde con la ranita de San Antonio (Hyla arborea), son muy parecidas. Se distinguen básicamente por tener la banda lateral oscura únicamente desde la nariz hasta hasta la axila mientras que su familiar la tiene a lo largo de todo el costado. También es algo más estilizada.
Es representante en la Península Ibérica de las ranas arbóreas, por lo que te la puedes encontrar en una rama o sobre una planta. Para trepar cuenta con unas largas patas cuyos dedos terminan en unos pequeños discos que utilizan como ventosas. Me recuerda mucho a las ranas tropicales con las que posee un gran parentesco.
El croar es impresionante cuando lo escuchas. Tan estridente y con tanta potencia, no lo relacionas con un animal que mide sólo cinco centímetros.
Su actividad es predominantemente crepuscular y nocturna, permaneciendo durante las horas de luz escondida entre la vegetación de ribera, bajo piedras y troncos. Pasa la mayor parte del año fuera del agua, trepando y moviéndose en los juncales, zarzales, cañaverales, etc. situados en las inmediaciones de algún punto de agua.
En su fase adulta, se alimentan de insectos, mientras que cuando son larvas se nutren por absorción de detritus en el fondo, raspando algas, royendo las plantas, etc.
Calificación de la UICN: