Revista Cine
Raoul Walsh, El cine en sus manos
Título original: Each Man in his TimeEditorial: Ediciones JC Edición: No disponible 1998Edición original: 1974Encuadernación: Rústica con solapaIdioma del libro: CastellanoPrecio: 22 €366 páginasAutor: Raoul Walsh
Por encima de todo, este libro es un libro de aventuras.
Además de películas, Raoul Walsh se permitió escribir una autobiografía y como no podía ser de otra manera el libro dese luego que lleva su sello. Libro ameno, entretenido, algo fanfarrón, peliculero y sobre todo, sobre todo, aventurero.
No se hace pesado en ningún momento y permite acercarte a un personaje que compartió momentos con Buffalo Bill, Carusso, Bugsy Siegel, Pancho Villa en plena revolución, con Churchill antes de llegar al poder , con Hearst en su apogeo, con Hitler en el poder absoluto, además de ser partícipe de una época brillante de Hollywood entre otras cosas gracias a este gran irlandés. Un montón de anécdotas, entresijos de rodajes y aventuras hacen que la lectura del libro sea muy amena.
Sus inicios en el cine son los inicios del cine. El paso del cine mudo al sonoro lo vivió con especial intensidad, de hecho le costó un ojo de la cara (literal). Llama la atención que más de la mitad del libro abarque la época previa al sonoro.
Su amistad con Tom Mix, Lionel Barrymore, Bogart, Errol Flynn, John Wayne, James Cagney, Griffith, Valentino……….,¿mujeres?, sí, algunas…..
Recomendable.
Algunos extractos del libro:
En la primera página .... A finales de 1870, mi padre, Thomas Walsh, se marchó de Irlanda con destino a América, en compañía de tres de sus hermanos. Llegaron a Estados Unidos dando una vuelta enorme, ya que pasaron incluso por España, lo que se justifica por el hecho de que todos ellos se habían fugado de la prisión de Dublín, por actividades subversivas.El barco español era el medio más seguro para la huida. Tal y como me contó el tío Matthew, mi abuelo era un rebelde, al que sus hijos sacaron de la cárcel a través de un tioteo con los guardianes....... Según el tío Matthew, el dueño del barco español, Raul Armendariz, se llevaba muy bien con mi padre, y al parecer, mi nombre se debe precisamente a esto: aunque se le añadiera la o, Raoul es el resultado de una intensa y productiva amistad.
A Griffith además de profesarle gran cariño le admiraba de sobremanera, o como se merecía: Griffith me había enseñado a ahorrar “Rueda primero lo difícil. Las tomas sencillas pueden esperar
Alguna broma:Hacíamos ejercicio en el gimnasio todos los días (Doug Fairbanks y R. Walsh) y me acostumbré a tomar un baño de vapor antes de meterme a la piscina. Uno de tantos días, Chaplin asomó la nariz en el gimnasio, le gustó y se sumó a nosotros. Cada tarde se plantaba en el borde de la piscina y, antes de sumergirse, recitaba algún pasaje en voz alta. A Fairbanks le gustaban demasiado las bromas pesadas y, en cierta ocasión, ordenó que echaran un cargamento de hielo en la piscina. Cuando Charlie terminó de recitar el mejor trozo de Gunga Din, se lanzó de cabeza al agua. Oí un quejido como el de un perro al que han dado mil patadas en el estómago y, cuando miré, Charlie estaba saliendo a la superficie tan tieso como si lo hubieran sacado tirando de una cuerda. Se quedaba morado de frío por momentos y su pelo rizado adquirió el aspecto de un alambre. Fairbanks se carcajeaba sin parar desde la sauna de vapor, como si lo hubiera visto todo por un agujerito. Y a pesar de que Charlie no era muy aficionado a los insultos, dejó escapar unos cuantos en un lenguaje muy pintoresco, mezcla de acento británico y castañeo de dientes, mientras corría recoger sus cosas.
Durante el rodaje de East of Suez:Valentino nos visitó asiduamente y, a pesar de que no me gustaba la presencia de extraños en el plató (el amor de Fairbanks por tener siempre público me crispaba), omití hacer comentarios al respecto, ya que cuando él se encontraba allí el rendimiento de Pola era incluso mejor que de costumbre. Ella parecía revivir al verlo detrás de las cámaras y le profesaba tanto afecto que me hizo dudar de sus intenciones. Sentía una gran admiración por ella, pero me inclino a pensar que Valentino la utilizaba como pretexto para venir a verme y negociar sobre el futuro de mi caballo.
Una aventura más:Hitler me inspeccionó de arriba abajo, deteniendo su mirada en el parche del ojo. Me saludó con la cabeza y, cuando se alejaba, el barón le mencionó el nombre de Hearst. Aquel nombre pareció impactarle , se volvió despacio y me alargó su mano; en ningún caso le habría devuelto el saludo con un taconazo. En su lugar dije : “Cómo está usted” y le dejé allí….Goering se sumo a la tertulia y los tres se encaminaron a una ventana. Allí vi sonreir por primera vez a Hitler.
Descripción de la editorialSu vida fue una aventura y su aventura favorita fue el cine. La autobiografía de Raoul Walsh es perfectamente coherente con las visicitudes de su existencia, plasmadas magistralmente en este libro. El autor de películas tan inolvidables como El último refugio, Murieron con las botas puestas, Gentleman Jim, Juntos hasta la muerte, Al rojo vivo, El hidalgo de los mares, El mundo en sus manos o Una trompeta lejana es hoy día un clásico de la historia del cine como Hawks o Ford.
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