Hace unos días me encontré con un zorro o raposo Vulpes vulpes atropellado en el corredor del Narcea, en el concejo de Salas. Ya he comentado varias veces lo peligrosa que es esta carretera para la fauna, rodeada de prados y setos, sin un paso para la fauna y donde se alcanzan buenas velocidades.
Aunque el raposo es un carnívoro muy ubiquista y perfectamente adaptado a la cercanía del hombre, no resulta fácil de observar. La mejor forma de detectar su presencia es a través de los rastros. Las huellas del zorro son más pequeñas, alargadas y ovaladas que las del perro y el lobo; las uñas delanteras están muy afiladas y se marcan muy bien.
Por su parte, los excrementos son de tamaño muy variable, (dependen de la edad, sexo y tamaño del animal)y suelen estar divididos en varios cuerpos. Muchas veces son oscuros y tienen forma alargada, pero su color y olor varán enormemente dependiendo de la alimentación del animal. Así, pueden tener restos de pelos, huesos, semillas, etc. Es típico encontrarlos sobre algún punto prominente, como una piedra en el camino.
En varias zonas me he encontrado con excrementos con diversos restos de coleópteros, reflejo de la dieta absolutamente omnivora del astuto raposo, un animal que se adapta a todo.