Revista Arte

Raza y etnia en "the brief wondrous life of oscar wao"

Por Cgamez
 La novela de Junot Díaz, The Brief Wondrous Life of Oscar Wao, premio Pulitzer en 2008, es una herramienta idónea para analizar la presencia de la cultura dominicana en la cultura estadounidense, cómo se manifiesta esa presencia y si existe conflicto entre ambas. Pero además, sirve como barómetro para medir los conflictos étnicos (más que raciales) y sociales que emergen entre la Norteamérica actual y las recientes migraciones de trabajadores dominicanos.   En este sentido, Díaz plantea esos conflictos personificados en la familia de Oscar Wao, el personaje principal de la novela –una familia formada básicamente por su madre, su hermana y el propio Oscar— como una analogía gramsciana, enfocándola desde una perspectiva contemporánea del conflicto “Norte-Sur”, que entroncaría con el punto de vista que Gramsci tenía de la dominación colonial que el norte de Italia imponía en Sicilia y cuya concepción se acentuó tras emigrar a Turín (Hall 416-7). En cierta forma, los trabajadores dominicanos que se arraciman en Nueva Jersey son ontológicamente isomorfos a los inmigrantes sardos de Turín. Esta analogía es lo que me permite entender la novela desde el complejo punto de vista de la: “Social formation in Gramsci and Althusser” (Hall 420), y lo que me hace repensar mis ideas sobre hegemonía y “class alliance”, que según Hall son las que amplifican la concepción de clase en Gramsci más allá del marxismo clásico y que permitirían analizar los grupos sociales desde parámetros más diferenciados de raza, etnicidad, nacionalidad y género (418). En cierta forma, se trata de una estrategia parecida a la defendida por Butler en Giving an Account of Oneself al defender la naturaleza del sujeto disperso. Una reconceptualización muy útil para tratar de analizar la inmigración caribeña hispánica última a los Estados Unidos, y cómo estos grupos poblacionales, muchas veces pertenecientes a la clase media en sus países de origen, se convierten en subalternos frente a los trabajadores norteamericanos blancos en un entorno de dominación blanca. Este análisis se complementa con la lucha entre las clases altas de piel negra en la República Dominicana y el discurso eurocéntrico del grupo dominante que se organiza en torno al dictador Trujillo, presente en la segunda y la tercera parte de la novela, especialmente porque, tal como demuestra Hall, el análisis gramsciano sobre la complejidad de las clases sociales se puede extender a las sociedades multirraciales poscoloniales. La opinión de Stam y Shohat sobre aquellos países implicados en el pasado en procesos coloniales y de esclavitud (277) lleva a pensar la República Dominicana como un país que va a tener “racist traces”. En el libro de Díaz se pueden encontrar esas trazas en el color de piel de los personajes dominicanos, aunque no siempre es un análisis muy profundo del posible comportamiento racista de los dominicanos, en especial en la parte del libro que se desarrolla en los Estados Unidos, donde se observa más el comportamiento racista de los norteamericanos para con los dominicanos que el racismo entre dominicanos. En este sentido la polémica en torno al racismo produce diferentes discursos, no solo en la novela de Díaz, también en la crítica cultural. La otredad y la negritud esta presente en la novela de Díaz de una forma similar a la que presenta el académico norteamericano de origen dominicano Torres-Saillant en su artículo: “One and Divisible: Meditations on Global Blackness”. En el texto, Torres-Saillant analiza el comportamiento racista en la sociedad dominicana y enfatiza: “the capacity of Dominicans to tolerate Negrophobia in public discourse while at the same time, without apparent conflict, affirming their African heritage in practice” (8). En este sentido, Torres-Saillant muestra, muy en la línea de Hall, las complejidades entre racismo y etnicidad en los norteamericanos de origen caribeño a partir de varias vivencias personales y, en cierta forma, podemos leer lo mismo en la novela de Díaz, especialmente en la parte del libro desarrollada en la República Dominicana. En este sentido, la novela es asimétrica en cuanto a los temas raciales, tratados de distinta forma en Estados Unidos que en la República Dominicana. Es allí donde nos encontramos el discurso eurocéntrico de la denominada por Torres-Saillant “Trujillo intelligentsia” y que enfatiza de nuevo en otro artículo titulado “Blackness and Meaning in Studying Hispaniola: A Review Essay” (182). Una dominación política y cultural que en la novela podemos leer a través de la represión sufrida por la familia negra de Oscar Wao, una familia con capacidad económica que queda borrada del mapa por la voluntad del dictador. La opinión de Díaz, citada por Torres-Saillant en este punto al final del artículo, resulta estremecedora: “Dominicans exist to enable withes to dissemble their own Negrophobia and to assist people of color in their tragic need to collude with Negrophobic regimes that they have lacked the power to dismantle” (24). En especial porque al parecer, el enfrentamiento racial fundamental para entender la perspectiva dominicana es el que se tiene con personas de origen haitiano, en donde Torres-Saillant utiliza elementos sacados de la ciencia para explicar la percepción dominicana de los haitianos (2006 181). Precisamente, la perspectiva afroamericana, representada en el artículo de Fred Moten, “The Case of Blackness”, está claramente centrada en esa dimensión científica y en la patologización del racismo. Una perspectiva que se conectaría con la concepción del sujeto étnico desde un punto de vista epistemológico, pero también desde una perspectiva ontológica –la esencia del sujeto descrita científicamente—. En este sentido, me parece significativo conectar el resumen de Moten acerca de la raza y la patología con las perspectivas científicas contemporáneas. En la actualidad, la gran mayoría de científicos creen que no se puede hablar de una categoría científica denominada raza más allá de la propia raza humana. Por el contrario, el discurso en torno a la etnicidad y el ADN está tomando cada vez más importancia con la ayuda de la arqueología y la antropología. Cabe decir que no es un discurso siempre positivo, y que es susceptible de manipulación. Por ejemplo, la reconstrucción genética de nuestros ancestros y la hipótesis del gran viaje desde el África subsahariana, espacio donde habría tenido lugar el surgimiento del homo sapiens, está creando teorías en las que se afirma que solo la población subsahariana no se mezcló con especímenes de otras razas ya extintas como los Neandertal. Pese a que el nuevo discurso queda lejos de la diversidad racial propugnada por la biología que denuncia Foucault en Defender la sociedad, sus consecuencias si los contenidos empiezan a ser tergiversados pueden ser parecidas. Esta hipótesis parece defender de forma subliminal el mestizaje genético, dado que las poblaciones que provienen de ese mestizaje están conformadas por las sociedades más poderosas del planeta, lo que en sí es ya un discurso manipulado. Pero esta hipótesis podría manipularse aún más en aras de una futura pureza de la humanidad, curiosamente, privilegiando a las poblaciones subsaharianas. En definitiva, el discurso de la reconstrucción genética está peligrosamente cargado de peligros sociopolíticos relacionados con temas raciales, o cuando menos étnicos.Por otro lado, una de las concepciones más útiles del modelo analítico de Gramsci se centra en la descripción de las modernas democracias de masas occidentales, porque explica cómo los hijos de esa nueva clase subalterna, la primera generación de dominicanos nacidos en los Estados Unidos, están fascinados por la cultura pop norteamericana, ya sean la música pop, los cómics o la ciencia ficción. Otra expresión de hegemonía y de dominación de la clase blanca, que se acentúa con la entrada de los niños hispanos nacidos estadounidenses al sistema público de educación norteamericano, también presente en la novela. Sin embargo, cabe tener en cuenta que este es un proceso más complejo. Como afirma Hall, no existe una ideología dominante única y coherente, sino que distintos sistemas de pensamiento negocian hasta elaborar un sistema ideológico complejo y construido desde distintas fuentes que inicialmente pueden ser contradictorias (Hall 433-4). A fin de cuentas, podemos pensar la cultura popular, que se consideró tras la Segunda Guerra Mundial una revolución cultural de las masas contra la élite, como una “revolución eurocéntrica” pese a que uno de sus grandes logros es el préstamo de elementos culturales de la comunidad afroamericana, y como un modelo de imposición del sistema capitalista desde la perspectiva de la población caribeña inmigrante que llega a los Estados Unidos durante la segunda mitad del siglo XX, dado su marcado carácter comercial y su relación directa con la sociedad de consumo. En palabras de Hall un: “'Eurocentric' model of capitalism development”, en el cual “the many ways in which capital can preserve, adapt to its fundamental trajectory, harness and exploit these particularistic qualities of labour power” (436).  Para apoyar esta idea y pensando que precisamente el artículo de Hall no puede entenderse completamente fuera del contexto del Reino Unido, quiero mencionar la película This Is England, que en algunos pasajes muestra la confrontación entre un joven inglés de origen jamaicano y otros personaje autóctonos, pertenecientes a la clase blanca trabajadora y de marcada ideología racista, en el entorno de la subcultura skinhead, los movimientos juveniles y la música pop inglesa. También quiero sacar a colación algunas declaraciones racistas de Morrissey, líder del grupo de pop The Smiths, contra los colectivos asiáticos en Gran Bretaña. Me interesan las afirmaciones de Morrissey como muestra de la situación paradójica del músico de pop que cree que Inglaterra soporta demasiada inmigración. Curiosamente, para el cantante inglés de origen irlandés, el paisaje británico está cambiando con la arribada en masa de inmigrantes asiáticos. En cambio, Morrissey no se percata de que muchos de sus seguidores y él mismo son precisamente productos de la inmigración a Inglaterra. Llegados a este punto, uno debería preguntarse quiénes son los dueños de la cultura popular, los productores o los consumidores. Por ejemplo, en el caso de This Is England, la herencia jamaicana en la música pop británica es fundamental para entender el fenómeno skin, aunque la producción estuvo siempre dirigida por británicos de piel blanca. Algo parecido sucedió con las discográficas de jazz norteamericanas, en donde los intérpretes eran en su inmensa mayoría negros, como es lógico, aunque los dueños solían ser blancos.  
En el caso de la novela de Díaz, el protagonista principal, Oscar, se siente abducido por la ciencia ficción, la literatura fantástica y los cómics. Su hermana, Lola, lo está por la música independiente. Por el contrario, al final de la novela, cuando parece que está a punto de convertirse en el prototipo de macho dominicano con futura amante incluido, la cultura pop anglosajona brilla por su ausencia. El contraste entre la cultura norteamericana y la dominicana de origen aquí es evidente. En este sentido, en la novela se encuentran analogías entre la cultura popular italiana mencionada por Gramsci (Hall 432, 440), y la utilización que de ella hizo el fascismo italiano, y el uso que la sociedad capitalista que envuelve a Oscar Wao hace de la cultura pop estadounidense (aunque también británica, como es el caso de Tolkien o Joy Division), lo que permite repensar la idea de hegemonía cultural y su relación con lo nacional y lo popular.  Podemos pensar la novela de Díaz como una: “dinamics of incorporation of minority groups” (Omi & Winant 48) en la sociedad norteamericana. Por ejemplo, para alguien que no conozca el contexto cultural ni la realidad de Díaz resulta sorprendente que el autor haya renunciado a escribir su novela en castellano, a excepción de las muchas voces en spanglishque aparecen en la novela, y lo haya hecho en inglés, si bien es cierto que se trata de un inglés muy particular, propio de los norteamericanos de origen dominicano. El caso es que en cierta forma Díaz necesitó escribir su novela en inglés para ser aceptado por la crítica estadounidense. Pero también es cierto que el autor se lamenta públicamente de sus limitaciones con el castellano y su incapacidad para escribir una obra de ficción en esa lengua. En este sentido, obviando las críticas de Stam y Shohat, las complejidades derivadas de las perspectivas de Perrone-Moisés sobre poscolonialismo (274) parecen particularmente útiles, en especial porque la denuncia de guetización que la autora afirma que sucede en la sociedad norteamericana es la misma que está denunciando Díaz con su uso de un inglés marcadamente dominicano. La perspectiva de Perrone-Moisés es de suma ayuda, primero porque podemos hablar de cierto poscolonialismo en los Estados Unidos derivado del colonialismo inglés que imperó hasta finales del siglo XVIII, y en este punto podemos afirmar que los Estados Unidos es un país poscolonial. Pero segundo porque por otra parte existe un poscolonialismo en Latinoamérica derivado de la hegemonía cultural y comercial anglosajona en la región (hegemonía impuesta por los Estados Unidos pero también por Gran Bretaña). Esta compleja situación parece increíblemente clara en la novela de Díaz si tenemos en cuenta el doble tratamiento del racismo, el distinto uso de la cultura pop para cada espacio narrativo y la guetización en el lenguaje. En cierta forma, el personaje principal es la expresión de la desnacionalización de una novela periférica dominicana escrita en inglés, leída en inglés y desarrollada en muchas de sus escenas en los Estados Unidos, en donde el sujeto, Oscar Wao, lucha por encontrar su propia posición en una compleja sociedad bicultural y binacional. Un sujeto de deseo foucaldiano por su ansiedad sexual, que lo subjetiviza. La novela de Díaz es una estrategia de resistencia cultural pero también de aceptación social (Stam & Shohat 276) y en cierta medida el autor sería un intelectual orgánico gramsciano de la inmigración dominicana en los Estados Unidos. 
Bibliografía
  • Judith Butles. Giving an Account of Oneself. Fordham UP, 2005.
  • Michel Foucault. Defender la sociedad. Fondo de Cultura Económica, 2001.
  • Stuart Hall. Critical Dialogues in Cultural Studies. Routledge, 1996.
  • Fred Moten. "The Case of Blackness". Criticism, Volume 50, Number 2, Spring 2008, pp. 177-218.
  • Michael Omy & Richard Winant. Racial Formation in the United States. Routledge, 1994.
  • Robert Stam & Ella Shohat. Race in Translation: Culture Wars around the Postcolonial Atlantic. NYU Press, 2012.
  • Silvio Torres-Saillant. "Blackness and Meaning in Studying Hispaniola: A Review Essay". Small Axe, Number 19 (Volume 10, Number 1), March 2006, pp. 180-188. 
  • ---. "One and Divisible: Meditations on Global Blackness". Small Axe, Number 29 (Volume 13, Number 2), June 2009, pp. 4-25.


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