Mi hija Daniela cumple diecisiete años y me ha escrito una carta anhelando mi regreso, y que ese sería su mejor regalo; pero a su vez, me reafirma su apoyo y respeto a mi manera de pensar y a la necesidad de hacerlo público y de ir a la lucha por esos derechos. Sus palabras son una caricia en mi rostro, una brisa oportuna que borra mis arrugas y desvelos, una fuerza que sube por mi pecho y me abraza. “Papá, siempre te llevo presente, eres mi orgullo, le hablo a todos de ti siempre, jamás me avergoncé de la situación. Siempre te llevo presente, te lo juro, en todo y todo momento”. Por parte de mi hijo Eduardo, también me brinda su apoyo a pesar de la presión materna y de los que lo aman y a su vez cumplen con su cobardía personal y su abdicación ante la policía política aun cuando –en silencio– piensan igual que yo y me admiran y lo plasmaron en dedicatorias de libros que guardo con celo; a ver si algún día la historia puede entenderlos.
Mis hijos esperan por mí porque saben que soy de ellos, y me necesitan –porque, además, soy amigo de ambos y conversamos todos los temas humanos– pero entienden mi necesidad de intelectual honesto con su tiempo y el sacrificio que saboreo como miel.
Ángel Santiesteban-Prats
Diciembre de 2014. Prisión Unidad de Guardafronteras Jaimanitas, La Habana.