Ready Player One es la primera obra de su autor, Ernest Cline, y se publicó por primera vez en el año 2011. La obra, que en principio está dirigida a un tipo de lector muy concreto, se ha convertido en un best-seller y el próximo 29 de marzo de 2018 podremos ver su adaptación al cine de manos del mismísimo Steven Spielberg. Cline consiguió vender los derechos de adaptación del libro antes incluso de publicarlo, lo cual es muy llamativo. De hecho, en la edición que yo he leído, el propio autor habla sobre ello en los agradecimientos finales.
Al abrigo de la fiebre retro y vintage que nos invade desde hace ya varios años, Ready Player One se ha erigido ya en una especie de Biblia de los ochenta y una referencia ineludible para los más frikis y amantes de la cultura pop de dicha década. O al menos eso es lo que quieren vendernos.
A pesar de que, a medida que avanzamos, la historia gana en interés, los primeros compases del libro dejan un regusto extraño, como si el libro y su trama, narrada en primera persona y ambientada en un futuro distópico no muy diferente a los de Los Juegos del Hambre, Divergente y similares, no fuese más que un mero pretexto para que el autor pueda vomitar datos y más datos sobre películas, series de televisión, libros, discos y videojuegos de los años ochenta del Siglo XX sin que estos tengan más importancia o intención de apelar a la nostalgia del lector y engancharlo así a la obra.Una vez que profundizamos en la historia descubriremos que muchos de los datos y anécdotas que relata el autor tienen su importancia para la trama y cobra sentido el hecho de que se mencionen, pero aún así la historia sigue siendo bastante sencilla y muestra en mucho tramos la poca experiencia de Cline, que recurre con frecuencia al Deus Ex Machina y a tener que estar constantemente explicando cosas nuevas, que se saca de la manga sin más, para que el lector pueda entender el porqué de muchas situaciones en la trama.Está claro que, para los que crecimos durante los ochenta, el libro está lleno de detalles que nos arrancarán una sonrisa o una lagrimilla nostálgica, revelándonos cosas que no sabíamos de nuestros juegos favoritos, como niveles secretos, fallos de programación, trucos, etc... o haciéndonos rememorar escenas y personajes de películas y series míticas y de otras que nunca llegamos a conocer.En fin, es una lectura entretenida aunque no consiguió engancharme como otras; no sentí la "necesidad" de devorarme el libro de una sentada y, de hecho, me llevó bastante tiempo acabármelo a pesar de ser un tipo de literatura bastante fácil. Pero la trama no me despertaba el suficiente interés como para volver a ella cada vez que tenía la oportunidad.Como aporte personal voy a comentar que no sé si existe alguna edición del libro ilustrada, en la que aparezcan las portadas de los juegos, películas y discos que se mencionan, pero me parece que sería una gran idea poder contar con una edición así. Yo, a medida que leía iba buscando a menudo en Internet imágenes, carteles, portadas, etc y es una experiencia divertida y enriquecedora que ayuda a disfrutar del libro en mayor medida. Os recomiendo que lo hagáis así si decidís leerlo.