Revista Fútbol
Por Leticia del Valle Bonache @gazpachera
Sin duda, los Clásicos españoles son partidos en los que no se puede dar nada por supuesto. Un Real Madrid lleno de bajas salió vivo de este primer encuentro clasificatorio, celebrando un empate a uno que al barcelonismo le sabe a poco.
El de ayer fue un Real Madrid insólito, algo improvisado. Finalmente Mourinho alineó al debutante Diego López bajo los palos y una defensa a la que el Bernabéu no estaba acostumbrado, pero que surgió de la necesidad. Essien por la derecha, Arbeloa en la izquierda y Carvalho y Raphael Varane como pareja de centrales.
Y ha sido precisamente Varane, de tan solo 19 años, quien se ha convertido en el hombre de la noche en su primer encuentro contra el Barcelona. El central francés salvó varias ocasiones de gol, una de ellas bajo los mismos palos de la portería, además de haber marcado el gol del empate.
LA CLAVE, LOS ESPACIOS
En una primera parte cargada de oportunidades para ambos equipos, lo difícil fue que el marcador terminara con empate a cero, como sucedió. El Real Madrid tenía un objetivo fijo: parar al imparable, a Messi, e intentar bloquear al centro del campo de gala culé, formado por Xavi, Busquets, Iniesta y Cesc. Para ello, el equipo blanco buscó las pérdidas de balón del Barcelona presionando en tres cuartos del campo, lo que le dio oportunidades de marcharse al descanso con ventaja.
Pero el Barcelona no iba a ponerlo tan fácil. El equipo culé, siempre fiel a su estilo indistintamente de cómo plantee el juego su rival, se encomendó a su “tiki-taka”, moviendo y mimando el balón. El Barcelona siempre es el Barcelona, ya tenga delante a su eterno rival o esté jugando un amistoso contra un equipo de segunda división. Tuvieron los blaugranas dos ocasiones clarísimas de gol, ambas en los pies de Xavi, estrellando el balón en el larguero en una y aprovechando una mala cesión de Carvalho a Diego López en la segunda, un gol que no fue únicamente por obra y gracia del ya mencionado Varane, que despejó el balón desde la misma portería.
MESSI - CRISTIANO
Ya en la segunda parte, cuando llegó el gol de Cesc para el Barcelona, el partido cambió por completo. El Real Madrid renunció a su espera del contrataque mientras el Barcelona se venía arriba. Entretanto, Messi y Cristiano se medían en su juego, igualado pero limitado. No vimos ayer a las dos estrellas a las que estamos habituados; el desarrollo del partido les quitó protagonismo a ambos.
Con un Barça asentado que difuminó los espacios tras el gol, Cristiano no terminó de encontrar su juego, si bien tuvo varias oportunidades de gol, siendo la más clara la del minuto 60, cuando se encontraba solo en el segundo palo. Una ocasión que desaprovechó confundido por el papel de los centrales barcelonistas. Por su parte, el blaugrana argentino, autor de la asistencia a Cesc en su gol, rondó la portería blanca sin acierto. Solo en los minutos finales Messi se midió con Diego López, mandando el balón a la red con una gran vaselina, pero que no subió al marcador por encontrarse este en fuera de juego.
En definitiva, el de ayer fue un partido con la emoción propia del cruce entre los dos grandes de la Liga, con oportunidades para ambos equipos, pero totalmente asimétrico y diferente en cuanto a estilos de juego. Ambos equipos se sienten reforzados. El Real Madrid, contento por, con una alineación insólita, haber conseguido plantarle cara a un F.C. Barcelona de gala; el Barcelona, con la victoria moral de haber conseguido que el madridismo se sienta complacido por un empate in extremis en el Bernabéu. Estaremos atentos al partido de vuelta en el Camp Nou por el pase a la final de Copa del Rey.