Refrendando su momento más dulce en lo que llevamos de temporada, el Real Madrid trazó otra actuación maravillosa y con goles de Karim Benzema, Kaká y Angel Di Maria goleó 3-0 al Villareal, equipo ante el que sumó su quinta victoria consecutiva en Liga luego de haber sufrido aquel pequeño bache en el que perdió ante el Levante e igualó ante el Racing de Santander.
Conservando automatismos que el equipo ha desarrollado de forma asombrosa desde que Jose Mourinho ocupa el banco de suplentes, el Madrid lució igual de esplendoroso que ante el Málaga, arrollando a un equipo ante el que ejerció una superioridad incontestable y volvió a dar muestras de absoluto poderío.
El cuadro blanco no dejó respirar a su rival. Asfixiandolo con una presión sostenida e intensa y encerrándolo contra su propia área a lo largo de veinte minutos en los que le marcó dos goles y se exhibió con un fútbol preciso, veloz y demoledor, del que todos participaron con acierto guiados por un Kaká monumental.
En condiciones fisica y futbolisticamente optimas, el brasileño lució encendido y con un zurdazo maravilloso marcó el segundo gol de un Madrid que a los cinco minutos de juego ya había pasado al frente con un muy buen tanto de Benzema, a quien en la repartija de minutos con Gonzalo Higuain esta vez le tocó jugar de titular.
Menos intenso que al inicio, el Madrid reguló una vez transcurridos los goles. No lucio tan incisivo, aunque siguió controlando con absoluta autoridad un duelo en el dispuso todo el tiempo del balón y acumuló unas cuentas opciones más hasta alcanzar el tercer gol, marcado a los 30 minutos por Di Maria -de actuación sobresaliente tanto en defensa como en ataque- luego de un contragolpe de manual, del que Kaká, Marcelo y Benzema participaron haciendo lo que pedía la jugada.
Como tambien sucedió ante el Málaga, el segundo tiempo pareció sobrar. El Madrid no se preocupó demasiado por marcar más goles y solo centró fuerzas en hacer crecer a un Cristiano Ronaldo apagado, que lejos de su version más completa no tuvo opciones claras para llegar a los 100 goles vestido de blanco.
Deprimido y desganado, el Villareal ni siquiera pudo lavar su imagen, denotando una actitud preocupante y deambulando por el campo hasta el final de un encuentro que al traducirse en derrota condujo al equipo hacia los puestos del descenso. Muy cerca del ideal, el Madrid apunta hacia el futuro pensando en en menesteres diametralmente opuestos.