En los últimos años la televisión se ha visto obligada a buscar formatos de impacto con el fin de absorber altos porcentajes de televidentes. Este objetivo viene condicionado por un claro fin económico: a más público, más ingreso en publicidad. De esta manera, se llega a los manidos realitys shows. La telerrealidad se ha convertido en un género imprescindible en las parrillas televisivas del siglo XXI, si bien años antes sería algo impensable. El concepto es simple: coger personajes anónimos y televisar sus vidas. Como emisión pionera, podemos citar la producción holandesa Nummer 28, estrenada en 1991. Tras ella, han venido sucediéndose mil y un experimentos. Algunos más globalizados, otros locales. Sin embargo, no deja de ser mediocridad ofrecida por las productoras de contenidos, ávidas de nuevos productos con los que conquistar los rankings de audiencia.
alfonsovazquez.comciberantropólogo