Ola de calor en Buenos Aires. La ciudad es un horno (de manera literal y figurada). Desde el sábado pasado soportamos temperaturas cercanas a los 40° C. A causa de ello, rige la alerta naranja porque el cuerpo no logra recuperarse de una seguidilla insoportable de días (y noches) de calor agobiante y húmedo. Con las altas temperaturas también llegan los cortes de luz (seguidos por los de agua; uno consecuencia de lo otro), las quejas, los artefactos que se descomponen y los alimentos que se echan a perder. Mientras, nos miramos con caras de impotencia porque los consumos récord de energía eléctrica son previsibles, igual que el pronóstico del tiempo...
Todavía me quedaban un montón de recetas navideñas para presentarles como opciones para su mesa de fiestas. Sin embargo, por las razones que aquí les expongo, no he podido publicar nada esta semana y, por ello, he decidido que sea ésta la última receta de este año. Para el próximo quedarán las demás, porque sin luz, sin Internet y con una ola de calor que nos promete aflojar recién en 7 días, la cocina (así como cualquiera otra actividad) se hace muy cuesta arriba.
Esta receta - aunque muchos de ustedes la conozcan de memoria - es en honor a mi abuela paterna, mi compinche en la cocina y en la vida, mi consejera y mi primera maestra de cocina. Y con ella, también homenajeo a mi bisabuela y mis tías abuelas que han sabido cultivar el arte de la cocina con manos de ángel, dejándome de legado sus recetas, su amor por meter mano en las masas y su manera apasionada de vivir la vida.Este año todavía no había presentado una receta de galletas navideñas y creo que esta estará a la altura de las circunstancias. La tomé prestada del cuaderno de anotaciones de mi tía abuela Amalia (la mayor de las hermanas; hoy, con 103 años y sigue contando...), quien fue transmitiéndola a sus otras hermanas, después de la muerte de mi bisabuela (cuando mi abuela sólo tenía 15 años).
Entre los dulces navideños clásicos no podemos olvidar los Nevaditos que junto con polvorones, turrones, mazapanes, peladillas y alfajores destacan en las mesas españolas (y pueblan historias de mi niñez con villancicos, historias de viajes y costumbres de esa parte de mi familia).
Aquí les dejo el listado de ingredientes para preparar estas delicias simples y sabrosas que gustarán a toda la familia con seguridad.
En un bol, tamizá 500 gramos de harina leudante (puede ser harina 0000) junto con una pizca de sal. Agregá 85 gramos de azúcar orgánica y la ralladura de una naranja. Por encima, verté 300 gramos de manteca derretida y fría. Por último, incorporá 90 gramos de vino blanco (Sí, sí. Hay que pesarlo).
Con cornet o espátula (para no utilizar las manos y darle calor a la masa), integrá muy bien todos los ingredientes y formá un bollo. Envolvelo con papel film y llevalo a descansar a la heladera por 1 hora.
Una vez pasado ese tiempo, disponé el bollo sobre la mesa ligeramente enaharinada y amasalo muy poco (como para repartir el frío, pero sin darle demasiado calor con tus manos). Con palote estirá la masa, dejándola de unos 2 centímetros de alto y cortá las galletas con las formas que más te gusten.
Disponé las galletas en placa para horno cubierta con papel manteca o de cocina y llevala a horno precalentado a 180° C por unos 40 minutos o hasta que estén doraditas.
Una vez frías, espolvorealas con abundante azúcar impalpable/glas. No lo hagas antes porque el calor de la masa absorberá gran parte del azúcar. ¡Listo! Llegó el momento de disfrutarlas, convidar a las visitas, regalar a los amigos, compartir en las meriendas...
Una observación importante: Si por alguna razón no pueden hornear todas las galletas juntas (que será lo más lógico porque rinden mucho), consérvenlas en las placas para horno dentro de la heladera, tapadas con papel film, para que no pierdan su forma al cocinarlas más tarde.
Más allá de algunas disputas sobre el lugar de origen de los Nevaditos (hay quien dice que surgieron en Extremadura; mi tía abuela asegura que su cuna fue un convento en Castilla. Pero, claro, ella es castellana...) es indiscutible que son un clásico navideño español. De la época en la que la cocina estaba dominada por la manteca de cerdo como la principal materia grasa, porque el aceite no abundaba y se utilizaba en contadas ocasiones para platos especiales.
Así, entre sabores a chocolates, almendras, miel, especias, vinos y frutas nos vamos acercando a la Navidad, que ya parece estar a la vuelta de la esquina. Sin embargo, entre preparativos, planes, compromisos, menús, compras y reuniones también nos hacemos un lugar para honrar nuestras raíces y tradiciones que nos hacen, en definitiva, ser quienes somos. Ni más ni menos.Hasta la próxima. ¡Disfruten mucho! Bon appétit.