Los turrones son invitados de honor en toda mesa dulce navideña que se precie de tal. Los hay blandos o duros, con muchos frutos secos o a base de yemas, coco o dulce de leche, con praliné, bañados en chocolates, con denominación de origen, más o menos tradicionales... En fin, los hay para todo los gustos.La receta que les presento hoy tiene como origen (algo incierto, a decir verdad) mi país porque, según me cuentan los más memoriosos (tal vez, algunos de ustedes puedan aportar algún dato más), está basada en un postre que se hizo muy popular allá por las décadas de 1960-1970 a partir de un recetario de Quaker, la famosa marca de avena.Como dije recién - y lo remarco ahora - este turrón está basado en aquel otro porque, en definitiva, es mi propia versión de un clásico postre local que se preparaba en capas, con galletas de agua (las típicas para untar), que muchas veces incluía dulce de leche, nueces picadas y un baño de chocolate derretido a modo de cobertura final.
Verán que con muy pocos elementos se puede preparar un exquisito turrón casero para servir junto con las variedades más tradicionales e incluir un elemento muy nutritivo, versátil y sabroso (la avena) en otra preparación nueva.
Con ustedes, los ingredientes que necesitaremos para cocinar. Con estas cantidades saldrán entre 2 y 3 turrones, dependiendo del tamaño.
En una olla, colocá 250 gramos de manteca cortada en cubos. Llevala a fuego muy bajo hasta que se derrita. Entonces, agregá 1 taza de azúcar negra, 1 taza de un muy buen cacao amargo en polvo (si es orgánico, mucho mejor), 2 tazas de avena (en copos) y 1 taza de leche (en mi caso, descremada).
Revolvé con cuchara de madera hasta obtener una mezcla homogénea. Retirá del fuego y añadí unos 280 gramos de galletitas dulces cortadas a mano (pueden ser de vainilla, dulce de leche, cereales o coco; evitá utilizar de chocolate para que se distingan en el turrón). Integrá todo muy bien.Volcá la mezcla sobre una placa más bien chata (puede ser un molde industrial para hacer turrones o moldes caseros), enmantecada y cubierta con papel manteca o para cocinar, que facilitará el desmoldado posterior. Con espátula procurá que la superficie quede lo más pareja posible.
Dejá enfriar por algunas horas (podés llevarlo a la heladera para acelerar el proceso, tapándolo con papel film para que no se contamine con olores ni sabores) y desmoldá, tirando de las solapas de papel manteca que dejaste al momento de cubrir el molde.
Entonces, podrás cortar porciones a lo largo o a lo ancho, según tu preferencia, para obtener 2 o 3 turrones que conservarás envueltos en papel manteca y en la heladera hasta el momento de consumirlos.
A la hora de elegir porciones, como se trata de un turrón blando, prefiero cortar cuadraditos que servirán como bocados bien apetitosos para incluir en la mesa dulce junto con otras variedades de turrones, garrapiñadas, panes dulces y galletas.
En toda la zona del Mar Mediterráneo existe, desde hace siglos, una larga tradición de preparar dulces a base de miel y frutos secos (en especial, almendras) que se vio influenciada en particular por los pueblos árabes. Por ejemplo, los griegos durante los Juegos Olímpicos solían administrar a los competidores unos dulces similares a los turrones, preparados a base de frutos secos y miel.
Sin embargo, la historia de este alimento se habría visto ligada fuertemente a los ejércitos que encontraban en preparaciones similares a las que conocemos hoy un sustento que servía de provisión de nutrientes y proteínas con una baja posibilidad de ponerse en mal estado.
Más o menos blandos, de almendras o maní, acaramelados, a base de yemas o con frutas abrillantadas, de chocolate, dulce de leche o coco, los turrones forman parte de nuestras fiestas de fin de año desde siglos atrás y conforman parte también de nuestra identidad (especialmente española e italiana). Por eso, los animo a preparar esta versión muy rápida, con pocos ingredientes y a prueba de principiantes para incluir un sabor bien casero en su mesa navideña.
Nos reencontramos en unos días. ¡Disfruten mucho!