El otoño es una estación donde los hábitos cambian.
El frío comienza a sentirse en la ciudad y las costumbres gastronómicas son otras.
Son días para degustar la granada, la fruta que da nombre a la ciudad.
Las castañas se asan y venden en las esquinas del centro de la ciudad y cuyo olor es la constatación inequívoca de que van llegando los fríos.
Los bares y restaurantes abrigan sus terrazas con estufas de gas que se alinean en el Campo del Príncipe, en la plaza de la Romanilla o en el Salón.
Son días, además, de fiestas populares como la consagrada a la Virgen de las Angustias, la patrona de la ciudad.
El último domingo de septiembre la ciudad acoge a miles de vecinos y foráneos coincidiendo con la procesión de la patrona que recorre desde su basílica, situada en la Acera del Darro, las principales calles de la ciudad.