El material usado:
- Cazuela
- Mortero
Los ingredientes:
- Pimiento verde
- Cebolla roja
- Puerro
- Calabacín
- Berenjena
- Canela
- Pimienta de Sechuán y verde (o blanca y negra, por ejemplo... o ¡¡¡ todas !!!)
- Nuez moscada
- Comino
- Salsa de soja
El proceso:
Lo primero que haremos será limpiar el pimiento verde y el puerro y pelar la cebolla. Una vez hecho esto, procederemos a cortarlas finito. Más o menos como veis a continuación:
Pondremos aceite en la cazuela, lo justo para que cubra el fondo y cuando esté ligeramente caliente (a fuego medio), echamos las verduras. Podeis echar sal, pero como vamos a utilizar soja más tarde... yo he preferido no echar.
Cuando las verduras estén blanditas, echaremos el calabacín y la berenjena cortados en daditos lo más pequeños que podamos. Rehogaremos otro ratito con un poco de aceite extra si es necesario.
Iremos preparando mientras tanto el arroz. Lo tendremos reservado y cuando lleve un rato rehogándose las verduras, lo echaremos. De momento le daremos unas cuantas vueltas con la verdura tranquilamente y luego, dependiendo del arroz que sea, echaremos más o menos agua. La idea es que quede caldoso (pero sin excesos) al final del proceso.
Obviamente, también es momento de echar nuestro curry casero y la soja. Como bien sabeis un curry es la mezcla de las mejores especias de cada casa, así que básicamente es una receta "libre". Nosotros hemos optado por nuez moscada, canela, pimienta verde y de Sechuán y finalmente comino. Una mezcla muy oriental con un sabor equilibrado.
Ya sólo queda esperar a que el arroz se haga. Mientras tanto, habremos ido cortando los quesos. Hoy he prescindido del parmesano y similares y he optado por gouda y edam. Si hubiera tenido mozzarella... hubiera echado también. También es el momento de picar el eneldo (eneldo fresco, por favor), mezclarlo todo y echarlo a la cazuela.
Apagaremos el fuego, ya que con el calor remanente nos vale. Removeremos con cuidado de que no se pegue y cuando el queso empiece a deshacerse y formar hilos, lo sacaremos al plato.
Consejos y apuntes finales del chef:
El caldo, como ya sabemos, puede enriquecerse con un caldo propio de pollo, carne, pescado o verduras. No de pastilla, por favor, sino uno hecho por vosotros mismos.
De igual manera, un poco de vino blanco (en este caso mejor blanco o rosado que tinto) puede darle un toque espectacular. O incluso una cerveza. Tan sólo os queda jugar con los sabores de éstos para poder darle un puntito especial a la receta.
Dependiendo de lo caldoso que lo hayais hecho, es posible que el queso no haga hilos sino que, directamente, se integre con el caldo.