El otro día compramos un melón porque queríamos hacer un granizado. El mapache aprendiz iba a tirar las pipas del melón... y menos mal que me enteré y pude evitarlo.
Si habitualmente consumes melón y tiras sus pipas, estás cometiendo un grave error. Son muy sanas y en su interior llevan una buena cantidad de nutrientes. Puedes asarlas, comerlas crudas o, como vamos a hacer hoy, horchatearlas. Eso sí, no espereis una horchata de chufa a lo mapache como la que ya hicimos, porque no tienen nada que ver :)
Por cierto, usamos un melón amarillo, pero no de los redonditos, sino de los alargados. Para elegirlo, lo cogimos con una mano y con los nudillos de la otra lo golpeamos. Sonaba hueco, así que nos lo llevamos y la verdad que salió muy muy dulce (para lo que es la fruta de hoy en día que es totalmente insípida).
El material usado:
- Batidora y su vaso
- Colador fino o una malla en su defecto
Los ingredientes:
- Pipas de melón
- Agua
- Azúcar o esencia de vainilla
El proceso:
La verdad que casi da vergüenza contar el proceso, pero lo haré por si acaso :)
El truco está en el doble batido, algo que suelo hacer porque se aprovecha mucho mejor la sustancia. Así pues, pondremos las pepitas junto con un vaso de agua y una cucharada de esencia de vainilla y batiremos muy bien batido.
Esta primera mezcla la pasaremos por el colador más fino que tengamos o por algo que sirva para que no pase nada que no sea líquido. Las pepitas habrán quedado destrozadas y se pueden colar a la horchata. Esto no es malo, simplemente incómodo de beber luego.
Lo que haya quedado en el colador, malla, media, calcetín o lo que sea que useis, lo pasaremos al vaso de la batidora junto con otro vaso de agua. Nuevamente batiremos, colaremos y tiraremos los restos.
Consejos y apuntes finales del chef:
El azúcar blanca podeis sustituirla por azúcar de caña, que le dará un toque muy muy especial.
Podeis aprovechar también y echarle un poquito de canela, para acentuar el toque dulzón.
Finalmente, es recomendable añadir un poquito de jugo del propio melón para que le confiera su propio sabor.