Mi entrada en la semana pasada sobre el reto “Dile no al plástico” provocó comentarios de lo más diversos. Debido a la omnipresencia del material parece que es imposible vivir sin plástico. Pero como bien dijo María en los comentarios: hay que ir paso a paso. Así que hoy quiero compartir una idea con vosotros: la despensa a base de vidrio.
Uno de los usos más comunes del plástico en la cocina es el papel que juega a la hora de conservar los alimentos . No solo la comida que sobró de la cena, sino también la harina, el azúcar, los cereales y un sinfín de alimentos. Dejarlos en su embalaje original puede atraer a las polillas, así que conviene guardarlos en un recipiente que se cierre herméticamente. Todo el imperio del tupper se basa en esta necesidad.
Harina con ftalatos y muesli con sabor a químico
Con el tiempo, muchos productos de plástico pierden su flexibilidad. Algunos hasta se vuelven quebradizos cuando se evaporan los químicos necesarios para suavizar el plástico. En general, los plásticos más baratos son más propensos a este problema. Y el plástico que envuelve tus alimentos está pensado para ser tirado en cuanto llegue a tu casa, así que no suele ser de la mejor calidad. Lo más seguro es cambiar de recipiente en cuanto llegues a casa, o compra directamente a granel.
En ambos casos necesitas un recipiente alternativo. El bambú puede ser una opción (igual de ligero), pero para aquellos ingredientes que se quedarán durante largo tiempo en tu cocina, el vidrio es la opción más higiénica. Existen recipientes de vidrio especialmente diseñados para la cocina, pero sus formas no me convencían. O eran muy anchas, o muy bajas, o muy pequeñas o muy grandes. Además no me gusta guardar alimentos en forma de torre, porque siempre acabo necesitando lo que está debajo del todo.
Mi despensa a base de botellas
Debido a mi aversión al plástico hace tiempo que preparo mi propio yogur en casa o lo compro en botellas de vidrio. Estas botellas también son maravillosas como jarras de agua, y también sirven para guardar harina, cereales, azúcar y otros ingredientes en polvo. La anchura de la boca de estas botellas facilita rellenarlas, algo que no es el caso de muchas botellas de agua. Aunque vale la pena andar por el mundo con atención. Algunos restaurantes sirven el agua en botellas de diseño y generalmente no tienen inconveniente a que te llevas la botella vacía. Así puedes crear una colección práctica y atractiva para guardar tus alimentos.
Etiquetas alternativas
De vez en cuando me gusta lavar las botellas antes de rellenarlas. En este proceso las etiquetas del contenido siempre se quedaban en estado lamentable. Así que me he pasado a un sistema de etiquetas móviles. Alrededor del cuello cada botella he colgada una pequeña cadenita con el nombre del ingrediente. De esta forma cuando quiero lavar una botella en concreto, cambio el collar con el nombre a otra botella sin necesidad de ir reorganizando toda la despensa. Y cuando necesito una botella extra, tan solo hay que tomar un yogur por la mañana.
¿Qué otras ideas tienes para utilizar el mínimo de plástico en la cocina?
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Imagen: Scorpions and Centaurs / flickr