Bueno, al fin volvemos con nuestras recomendaciones semanales, después de un mes (o algo así) de inactividad dominguera, finalmente retomamos la sección. Esta semana seré yo (Pau) quién os proporcionará la próxima película que veréis (los que no la hayáis visto, y los que la hayáis visto... pues también). Y para demostraros cuanto os quiero, reabriré esta sección con una película romántica. Eso sí, no una película romántica corriente. Por suerte. Sino con una película romántica de verdad. Y esa película romántica de verdad se llama "Once". Nada más ni nada menos que una película irlandesa. Me encantan los irlandeses. Son como lo opuesto a los canadienses. No parecen franceses, hablan con un acento raro que mola y, bueno, son irlandeses. No tengo porque justificar mis absurdas preferencias.
Puedo soltar muchos tacos y pueden gustarme películas muy retorcidas, pero en el fondo soy un romántico. Eso sí, que sea un romántico no quiere decir que me guste ver a Sandra Bullock o a Jennifer Aniston una hora y media siendo gilipollas y al final follándose al tío que se habían follado desde el principio (¡feliz día de la mujer!). Sí, hoy es el día de la mujer, otra razón por la cual he elegido esta preciosa cinta en vez de algun "romance" del palo "Cincuenta sombras de Grey", una película que cualquier mujer feminista debería censurar profundamente. Pero bueno, la hipocresía esta ahí. Total, que viva el feminismo y la mujer (pero ojo con el feminazismo que ronda por ahí... chicas, una cosa es igualdad y ser respetadas, lo cual obviamente respeto y comparto, la otra es excusarlo todo con el machismo). Bueno, no estoy aquí para hacer un discurso humanístico (ya abriré otro blog para eso, si eso, total, soy un verdadero Leonardo Da Vinci, desprendo cultura y pedantería por todos mis poros).
A ver, hoy tocaba hablar... ah sí. Películas. Cine. Romances. "Once". No tengo intención de hacer una crítica muy objetiva. No voy a remarcar su gran dirección, sus grandes actuaciones, etc. Porque no es de eso de lo que va esta película. Básicamente porque es una película extremadamente sencilla. Una sencillez que rebosa sentimientos por todos los lados, unos sentimientos que no podrías encontrar juntando cuatro mil películas de Hollywood. Y agradezco profundamente eso. Pocas películas del millar que he visto realmente me han tocado la fibra, pero sin duda esta es una de esas pocas. Solamente con la increíble y preciosa banda sonora ya se mete dentro de tí. Una banda sonora creada por los protagonistas de la película, porque ni siquiera son actores, son músicos. Y como tales actúan. Y como tales emocionan. Porque esta película no es nada más que uno de los mejores romances que hayamos visto en una pantalla de televisión, tan profundo, tan implícito, tan sincero que parece real. Pero real de verdad. Lo único que encontrarás en esta película es una relación y canciones, porque es así y no le hace falta más. Ah, y si no os gusta ni os emociona, sois unos robots sin corazón y merecéis morir. Sin acritud.
Algún día la gente entenderá que no todo son besos, pasión y actrices buenorras, ese día recuperaré mi fe en la humanidad. Hasta entonces, seguiré disfrutando pequeñas joyas como estas, y que la gente haga lo que quiera y cada uno a lo suyo. Total, ellos se lo pierden. Porque hay cosas que solo se sienten una vez.