Del film de Stanley Kubrick podría haber elegido otra secuencia para mí también antológica para comentar en este post (la primera aparición del monolito), pero de la que voy a hablar, es de la que más me impactó cuando vi la película, y que todavía me sigue impactando cuando reviso la reviso nuevamente. La “muerte” del Hal 9000.
La Discovery en su viaje a Júpiter lleva en su interior cinco tripulantes humanos (dos despiertos y tres en estado de hibernación) y una inteligencia artificial llamada Hal 9000, que es quien controla las funciones de la nave.
El hombre ha creado una tecnología tan perfecta, que Hal posee la capacidad del reconocimiento de la voz, la facial y gestual, lee los labios y procesa el lenguaje. Puede interpretar las emociones, expresarlas el mismo y razonarlas.
En una partida de ajedrez que disputa con uno de los tripulantes de la nave, David Bowman, triunfa sobre el experto jugador, lo que nos da una idea muy exacta sobre sus capacidades.
Cuando aparentemente, Hal 900 sufre un “fallo” y enloquece, despresuriza a uno de los astronautas despiertos, Frank Poole, que se encuentra en el espacio exterior, y, posteriormente, mientras Bowman va a rescatar a su compañero, ya muerto, desconecta el sistema de hibernación de los astronautas dormidos.
Al regreso de Bowman a la nave, le niega la entrada. Poniendo en marcha todo su ingenio, el astronauta consigue acceder al interior, lo que Hal creía imposible. Dentro ya, el hombre se impone a la máquina, entrando en la sala que contiene sus tarjetas de memoria y extrayéndolas una a una.
En esa parte veremos como la inteligencia artificial actúa como una humana, recurriendo a la disculpa y a la súplica al ver su “vida” amenazada. En esa secuencia, llegas a sentir compasión por ese personaje inanimado que te transmite su miedo tan sólo a través de la voz (magnífico el doblaje del actor Felipe Peña en español, aunque en versión original también muy apreciable la voz del actor canadiense Douglas Rain), y sigues con angustia su “agonía”, cuando con su “mente”, ya deteroriada y su voz distorsionada, entona una canción titulada “Daisy, Daisy”.
La escena
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