No importa cuántas veces vea “Gladiator”, la genial película de Ridley Scott, siempre me impresiona esta frase. Cuando se estrenó, allá por el año 2000, muchos criticaron su “supuesta falta de rigor histórico”, pero hay que entender que aunque se base vagamente en datos reales, la historia de Máximo no es más que una ficción como cualquier otra. Envuelta en un marco incomparable, sí, pero lo que nos importa son las personas que pasan por la pantalla. Joaquin Phoenix bordó su papel de Cómodo, por mucho que durante el rodaje no estuviera muy convencido y dijese frases del tipo: “No puedo salir ahí, yo soy de Florida, ¿a quién voy a engañar?”. Y la película en cuestión significó el resurgimiento del “peplum” y el género de espadas. Scott y Crowe intentarían repetir el éxito en años venideros con películas como “El Reino de los Cielos” o “Robin Hood”, pero de momento ninguna ha llegado a desplegar ese carisma, espectáculo visual y emoción como la que se puede ver en la siguiente escena.
“Mi nombre es Gladiador”