Hace unas pocas horas se decidía si Madrid conseguía o no albergar unos Juegos Olímpicos para el año 2020, en contra de los deseos de muchos de los ciudadanos y con el apoyo de unos pocos políticos faltos de luces que lo consideraban un asunto de importancia casi trascendental. Tras semanas de campaña, afortunadamente Madrid fue eliminada en la primera ronda y la victoria se la llevó la ciudad de Tokio, un lugar mucho mejor preparado y más capaz de realizar un evento de estas características.
La razón por la que no puedo dejar de pensar en el alcalde de Villar del Río pegando gritos desde su balcón es porque el momento más vergonzoso de la jornada de anoche fue el patético discurso de la alcaldesa de Madrid, intentando ser afable y entusiasta. chapurreando algo que pretendía ser inglés. El ya famoso “Relaxing cup of café con leche in Plaza Mayor” es la forma en la que la ficción se transforma en realidad, y en el que vemos que por mucho que pasen los años seguimos en manos de políticos incultos a los que se les embauca fácilmente, y que hacen el ridículo allá por donde van. Personas convencidas de que algo como la llegada de los Americanos o unos Juegos Olímpicos son la solución a nuestros problemas, y de que tenemos que ponernos guapos para ellos. Sin dinero para educación, ni sanidad, sin futuro ni esperanzas para una generación entera, de pronto aparecen los fondos necesarios para construir un mastodóntico monumento a la identidad nacional en la creencia de que nos lo merecemos, y siempre vendrán de fuera a sacarnos las castañas del fuego. En la película de Berlanga, todo el pueblo hipotecaba su futuro gastándose lo que no tenían en la esperanza de que la salvación llegase caída del cielo. Todo entre aplausos e ignorancia, y no hay nada que me parezca más patético, indignante y triste que alguien que juega con las esperanzas de los demás para aprovecharse a su costa, y dejarles como nos hubiésemos quedado: peor que antes.
Bienvenido, Mister Marshall
Discurso de Ana Botella