La vida te pone en bretes: comerte una codorniz pese a que no puedes con ellas porque tu suegro te ha llevado a un sitio especial donde es la tapa típica; intentar embarcar sin que te hagan meter la maleta en el medidor, o encontrar un recordatorio de bautizo que no sea repollo. ¡Esto último os aseguro que es dificilísimo! En comunión ya se empiezan a hacer cosas más desenfadadas, pero con los bebés aún es todo bastante ñoño, soso o con olor a rancio.
Así que cuando mi prima María me pidió ayuda sudé. De hecho ella tampoco veía nada que le gustase. Vaya por delante que quería algo original pero que también se trataba de una celebración intimísima y querían hacer algo chulo de recuerdo, sin grandes desembolsos.
Después de mucho pensar, se me ocurrió que fuera una foto con el niño (deformación profesional, qué queréis). Empecé dando vueltas a un photocall, pero claro no se podían llevar la foto "puesta"... ¿Cómo que no? ¡Con una Polaroid, sí! Pero una foto instantánea sin más es demasiado simple... ¡Eureka! ¿Y si la convierto en un imán? Sí, sí, ¡genial! ¡Un recordatorio práctico y tan ñoño o no como sea la foto que se hagan con el niño!
Como les gustó la idea a los papis me puse manos a la obra. Yo tengo una cámara que imprime las imágenes en papel de pegatina. La podéis encontrar aquí
Compré entonces papel magnético aquí. Son hojas en tamaño A4 que se pueden recortar fácilmente. Puedes imprimir en ellas, pero yo no lo necesitaba. Pegaría las polaroid en ellas. Cortamos las hojas para para cada imán, de manera que estuviera ya preparado todo, y así durante la fiesta sólo tendría que imprimir (la cámara imprime cuando tú quieras, hombre no por ciencia infusa, sino porque le das al botón cuando te parezca), y pegarlas en los diferentes imanes ya listos.
Entonces María, con muy buen criterio, me pidió una soporte para el imán, para no darlo así suelto. Bueno, lo mío son las fotos y el vídeo, así que estuve buscando referencias en Internet y en la web de los increíbles Project Party Studio encontré un diseño fresco y nada ñoño, pero chulo chulo, y a partir de una de sus preciosas invitaciones de boda surgió el recordatorio final de Adrián, con esa estética tan naif y esa tipografía fina y manuscrita que lo inunda todo ahora, pero pusimos los colores con los que decoraron el jardín donde lo celebramos, blanco, azul y amarillo (esto era un yo me lo guiso yo me lo como por razones particualres, pero si le dais esta idea a ellos seguro que os hacen algo estupendo). Primero era sólo un soporte para entregar el imán, luego decidimos que si le poníamos una foto se lo podía quedar la gente como marcapáginas.
Mi padre se pasó media mañana haciendo rajitas en las cartulinas para encajar el imán. Y ya sólo quedaba hacer las fotos.
Como no sería yo si sólo os contara una sola cosa, no puedo dejar de enseñaros el candy bar que montó mi prima Ana, que a lo tonto se está haciendo una experta repostera. Y para muestra, unas galletas, unos cakepops y una tarta.
Ana, estás muy guapa, te tenía que sacar con tus creaciones :)
¡Y así queda el recordatorio en mi nevera!