Es posible que exageremos los que estamos convencidos de todas estas sensaciones pero los que se adentran en el corazón de Teruel quedarán tan enamorados de ella como todos los que la guardamos en nuestro recuerdo.
Si hay algo que se queda grabado en la retina cuando visitamos esta ciudad es la riqueza de sus texturas, colores, luces, brillos, volúmenes, aromas, sensaciones varias que se agolpan en nuestra mente como si quisieran ocupar un lugar privilegiado en ella.Pero en esta pequeña ciudad que es Teruel, todo cabe. Es como la buena esencia en frasco pequeño. Porque su arquitectura mudéjar resulta única en España; porque su trazado urbano te trasporta, aunque no vengas dispuesto a ello, a épocas de antaño. Porque sus colores principales, el blanco y el verde, visten de brillo y esplendor especial muchos de sus monumentos de ladrillo rojizo. Y porque los turolenses, estas personas tan acostumbradas a sentirse olvidadas, te acogen con una sonrisa intentando que te des cuenta que ellos siguen allí después de siglos. Describen con tanta pasión su ciudad, sus costumbres, sus tradiciones y su Historia que pronto te sentirás uno de ellos.Teruel es una ciudad sorprendente. Por eso, cuando te alejas de ella porque tu viaje ha concluido tienes la sensación extraña de que vas a visitarla de nuevo.Fue por ello que la UNESCO la nombró Patrimonio de la Humanidad en el año 1.986por sus cuatro torres: San Salvador, San Martín, San Pedro y Santa María de MediavillaVamos a visitar Teruel. Pero lo vamos a hacer despacio, recorriéndola poco a poco y absorbiendo todo lo que nos ofrece a la vista y a los sentidos. Y para eso hay que llegar a la ciudad con alma de caminante decidido.¿Me acompañas?Vamos a comenzar nuestro recorrido viendo uno de los elementos arquitectónicos más bonitos de Teruel: la Escalinata. Será bastante fácil encontrar algún lugar para aparcar el vehículo en el Camino de la Estación o en sus calles adyacentes.
Caminamos desde la propia Estación de Renfe que tuvo su máximo esplendor a principios del siglo XX. Por aquel entonces se consiguió algo muy importante para la ciudad: se podía viajar desde Valencia a París en un tiempo de 24 horas. Pero esta línea de tren que fue concebida para los viajeros terminó transportando ¡naranjas! Por eso, al tren lo llamaban ‘el naranjero’.En frente de la Estación de Renfe tenemos la Escalinata. Su belleza arquitectónica ya nos avisa que vamos a entrar en una ciudad repleta de intrincados callejones serpenteantes, curiosos, aletargados por el tiempo o extremadamente delicados y elegantes.
Nos podemos imaginar a la Escalinata como un punto de unión entre la realidad y la leyenda de los Amantes de Teruel o entre el mudéjar y el modernismoDicen que, cuando encargaron esta construcción al arquitecto José Torán, simplemente le pidieron que diseñara un acceso útil para unir la parte más baja de Teruel con su casco antiguo. Porque olvidé decirte que esta ciudad está construida sobre un montículo rodeado de profundos barrancos.
Este arquitecto no solo salvó el desnivel de 26 metros que existía si no que quiso representar la Historia y cultura de Teruel en su diseño.A la Escalinata llegaremos a través de unos jardines que unen la estación con las escaleras. Tiene dos parques en diferentes niveles donde podremos descansar si hiciera falta. En la segunda altura tendremos que subir siete tramos de escalones hasta una fuente que nos llamará la atención porque detrás está el relieve de los amantes de Teruel representando la escena del beso.
Desde esta plazoleta podemos elegir por donde seguir subiendo ya que, a cada lado, surge una escalera que va girando, al ascender, hasta encontrarse en la entrada principal con sus dos torres en el Paseo del ÓvaloVerde y blanco, junto al rojizo de su ladrillo. Tres colores que veremos que se repiten en los monumentos del casco histórico de Teruel y que representan el mudéjar aragonés. Por su forma de colocar sus ladrillos y la cerámica vidriada, los mudéjares crearon un movimiento pétreo, esbelto y único.
Los mudéjares, aquellos a los que se les permitió quedarse después de la Reconquista…
Un pueblo afable y trabajador que supo convivir con los cristianos. Como al pueblo musulmán se le dejó conservar su religión, su lengua, su cultura y sus tradiciones, hoy Teruel se muestra así de coqueta ante el más incrédulo viajero.
Pero en la Escalinata no solo hay elementos mudéjares si no también modernistas. Fue el llamado neomudéjar que añadió el hierro forjado como elemento decorativo. Lo podemos ver en las numerosas farolas que hay por todo el jardín.
Ya en el Paseo del Óvalo y en dirección hacia la Glorieta (a la izquierda mirando hacia la Escalinata) nos encontramos con un puente construido en piedra y que está un poco más bajo que el puente nuevo o el llamado viaducto
Antes de cruzar el puente viejo, que es peatonal, nos encontraremos con una coqueta plazoleta donde nos llamará la atención un curioso monumento elaborado en hierro forjado.
Los turolenses lo llaman el Monumento a la Vaquilla. Es el homenaje de la ciudad a otra de sus fiestas representativas: la Vaquilla del Ángel que se celebra en el mes de julio. Un toro, un ángel que lo frena y un vaquillero coronando la cabeza de la vaquilla con el precioso símbolo de Teruel: la estrella de las ocho puntas.
Cuando crucemos el puente viejo nos dirigiremos de nuevo hacia la Estación de Renfe. Cerca de la Escalinata encontraremos el puente de San Francisco que destaca por estar hecho de hierro y hallarse en frente de la iglesia del mismo nombre. Durante la Guerra Civil este puente fue destruido. Actualmente es una pasarela solo para peatones.Seguimos nuestro recorrido bordeando el casco antiguo de Teruel hasta llegar a Los Arcos. Esta construcción recuerda a los grandes acueductos de los romanos aunque éste se construyera durante el Renacimiento para transportar el agua al casco antiguo de Teruel, porque dicen, que ya no les bastaba con los aljibes que tenían bajo su superficie.
Además, Los Arcos ayudaba a los caminantes a salvar ese profundo barranco donde se halla construido y poder llegar a otro de los barrios periféricos, el del Arrabal.
Paseamos por un pequeño tramo peatonal cruzando el barranco mientras la noche se ha adueñado de la ciudad. Ahora, las luces amarillentas y parpadeantes ayudan a crear una atmósfera mágica y delicada.
Desde Los Arcos podemos entrar al casco histórico de Teruel por la Cuesta de Andaquilla (Portal de Daroca).
Sí, por esa que Diego de Marcilla entraba espoleando a su jaca mientras escuchaba las campanas de boda, gritando ¡Andaquilla, andaquilla!...
Recorreremos el casco antiguo de Teruel cuando descansemos del viaje. Ahora, te toca disfrutar de la ciudad nocturna, porque ésta, mejor que la disfrutes tú.
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