La lluvia del tiempo presente
no evoca la tierra humeda de tu olor antiguo…,
ya no llueve para nosotros…
pero las lágrimas a veces tienen tu sabor…
solo a veces,
como ahora,
cuando el cansancio me alcanza y me sobra para sentirte,
como el fantasma asustadizo que fue lo nuestro;
como aquello que se percibe con el rabillo del ojo.
Te borré del cuaderno de mi vida como un niño borra su tarea,
tan superficialmente que cuando la vista de mi alma se nubla aún puedo leerte.