El reto más importante después de unos días de bajón es recuperar la energía, volver a la rutina sin sentirme una completa inútil por estar super atrasada con todo lo que quería conseguir cuando hice mi ambiciosa planificación, que ya por sí no suele caber muy bien en la realidad. Le miro a mi lista de tareas de reojo, y me pongo a apagar los fuegos y terminar las tareas más urgentes.
Es hora de mirarle al dragón a los ojos y decidir el próximo paso, a partir de mi lista de tareas madre (y todos aquellos papeles que se han acumulado en los últimos días).
Aceptar y perdonar
Quizás este sea el paso más difícil y más importante: aceptar de que ser falible no te descalifica como ser humano. Nadie opera siempre al 100% de sus capacidades, y de hecho los bajones son un excelente momento para mejorar tus sistemas, tomar decisiones realmente importantes y ajustar tus prioridades.
Cuando la pregunta hipotética del “imagina que solo tuvieras 2 horas para esta tarea” se convierte en tu realidad, verás lo que puedes conseguir en estas dos horas. Probablemente será más de lo que pensabas. Quizás acabas de descubrir una forma nueva de hacer las cosas.
Así que no te machaques cuando las cosas no van como lo querías. Alégrate de haber aprendido algo nuevo, o por lo menos, de haber descansado.
Postergar y cancelar
Acto seguido hay que revisar la agenda. ¿Cuáles de las tareas pendientes para y mañana puedes cancelar o postergar? Prescinde del evento de networking esta noche, pasa el café con la posible colaboradora a la otra semana. Tu enfoque ahora está en retomar el hilo y concentrarte en lo que tendrá el mayor impacto sobre tus resultados de los próximos días.
Utilizo Todoist como lista de tarea, y hay un botón que me encanta. El botón mueve la tarea automáticamente a la semana que viene, con un simple click. Sé que hay algunas tareas migratorias en esta lista que semana tras semana las dejo para la otra semana. No pasa nada, mientras no sean importantes ni tienen un impacto importante, los dejo ahí por si un día me levanto muy inspirada. O hasta que un día las delegó oficialmente a la lista de “algún día”.
En este momento me ayuda echar un vistazo a mis objetivos del mes para decidir qué tareas se han colado en mi lista que no tienen prioridad (todavía).
Delegar y unificar
Las tareas que ahora quedan tienen que pasar por otro filtro: ¿Realmente hace falta que YO resuelva esta cuestión? ¿O quizás lo puedo encargar a otra persona, o automatizarlo una vez por todas? Si me entregan las naranjas en casa, a lo mejor también me puedo ahorrar el viaje al supermercado.
Otras tareas a lo mejor se pueden combinar para un mejor resultado. No siempre hace falta reinventar la rueda, a veces con una solución que funciona tienes suficiente.
Crear, producir, avanzar
Después de este ejercicio de depuración de mi lista de tareas he conseguido sobre todo tranquilidad: ahora sé lo que me espera los próximos días, cuáles son las prioridades y las fechas límite.
Así que: manos a la obra para conquistar el mundo.
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