En la Navarra media y dominando la primera de las sierras prepirenaicas, encontramos la iglesia fortaleza de Ujué, a escasos kilómetros del palacio de Olite. Un punto estratégico desde el que el incipiente reino medieval de Pamplona controlaba la ribera del río Aragón y el valle del Ebro musulmán.
La tradición cuenta que una paloma entrando y saliendo de una cueva, llamó la atención de un pastor que fue a inspeccionar la cavidad. En ella encontró la imagen de una virgen, punto en el que terminarían edificando el templo, en torno al cual creció la villa.
La primera iglesia pudo ser edificada en el siglo X, siendo substituida posteriormente por un templo románico a finales del siglo XI, del cual aun conserva los tres ábsides y la imagen de la virgen vestida en plata. Posteriormente en el XIV se substituirían las naves centrales por una única de mayor altura de estilo gótico por orden de Carlos II de Navarra, quien además donaría su corazón al templo una vez muerto, aun expuesto en el mismo.
Es este eclecticismo de estilos, más los muros fortificados que rodean el templo, lo que dota a este edificio de su particular carácter, en donde cada rincón tendrá algo en que detenerse, un mensaje que explicar y leer para aquel que quiera estar atento a ellos.
Tras llegar a una plaza, comenzamos el ascenso mediante unas escaleras al monumento, las cuales suben en curva, haciéndote descubrir paso a paso la preciosa y detallada puerta gótica presidida por la adoración de los reyes magos y la última cena. A sus lados, los capiteles guardan detalladísimas escenas cotidianas de pastores, agricultores, músicos y escenas heroicas como la del caballero dando muerte a un grifo.Ya en el interior, el templo se abre en una imponente nave gótica de gran altura llena de emblemas reales navarros en claves, baldaquino, altares, etc, desde las armas de Sancho VII el fuerte, pero sobre todo, los escudos del reino y sus monarcas franceses protagonistas de la última transformación del edificio. Pero también innumerables elementos que hablan de tiempos pretéritos y no necesariamente religiosos, destacando la ancestral pila bautismal.
Si giramos la vista a la izquierda, veremos un coro elevado, pero sobre todo a la derecha, disfrutaremos del altar con la célebre imagen de la Virgen de Ujué presidiendo los tres ábsides románicos. Una obra muy característica de su tiempo con todos los elementos del mismo: ajedrezado jaqués, ábsides semi circulares, arcos de medio puntos y un largo etc. Una arquitectura estrechamente ligada a su entorno pirenaico en cualquiera de los estilos que luce.De nuevo en el exterior, esta fortaleza, nos ofrece un recorrido mágico. Entre los muros del templo y de la fortificación, se crea un espacio de transición que al pasearlo nos hará transitar por muy distintos ambientes y sensaciones.
Comenzamos este recorrido accediendo a una balconada desde la que dominaremos todo el paisaje, comprendiendo a la perfección la situación estratégica de la localidad. Si tenéis la oportunidad, un día de invierno, cuando las nieblas se agarran a las riberas, es toda una experiencia ascender a Ujué, pues desde esta balconada podrás dominar un mar de nubes que no te dejarán adivinar nada, salvo la silueta pirenaica al norte y la del Moncayo al sur.Tras este espacio abierto al paisaje, nos recogeremos de nuevo en un nartex lateral del templo, el cual misteriosamente pese a parecer el principal, cae en desuso por dar la espalda a la localidad, desconozco si disfruta de uso en algún momento en particular. La portada es más sencilla, pero al tiempo monumental en su escala.Finalizando ya la ronda perimetral, terminaremos viendo la parte exterior de los ábsides del templo original y regresando a la escalera por la que ascendimos al conjunto.
Para finalizar la visita recomiendo perderse un rato por las calles de la villa, las cuales esconden infinidad de rincones con encanto, pintorescos y de marcado carácter pétreo y medieval. Una localidad en la que transportarte con la imaginación a tiempos pasados de caballeros, mercaderes, juglares y en el que comer unas exquisitas migas con chorizo y uvas. Una visita que suele quedar apartada de las rutas turísticas principales y que es eclipsada por la cercana Olite, pero no por ello menos recomendable.
publicado el 26 diciembre a las 18:25
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