Reflejos y reflexiones en guerra

Sobran palabras y falta comida

Las guerras se libran por partida doble, como si de universos paralelos se tratara, reflejos de dos mundos que en ocasiones nada tienen en común, aunque compartan tiempo y espacio. En Somalia, donde el hambre mata literalmente a la población, Naciones Unidas ha iniciado una guerra perdida de antemano ante la magnitud del drama y el tiempo perdido hasta ahora, contra la hambruna por falta de recursos allí y por falta de voluntad decidida aquí, en este primer mundo económico, que hace que el reparto de agua y comida se convierta en la peor de las pesadillas de un responsable de logística. Se necesitarían 1.100 millones de euros para paliar, al menos como plan de choque, el desastre, según estima la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO) de Naciones Unidas. Mientras, en las calles de la capital, Mogadiscio, se están intensificando los combates tras un ataque de las fuerzas gubernamentales apoyadas por las tropas de la Unión Africana contra los islamistas armados de Shebab, según informa France Presse y replica El País. Pero esta es otra guerra, también de largo recorrido, también perdida de antemano por ambos bandos.

Las guerras, como siempre en dos esferas a veces concéntricas, a veces ajenas entre sí, que se afectan pero con intereses muchas veces contrarios y otras muchas aprovechándose unas de otras. Aquí ocurre algo parecido: la crisis de los de arriba, que se libra en las altas cumbres de mandatarios políticos y económicos, donde burbujas huecas engordan y estallan convirtiéndose en nada y aparecen otras nuevas. Luego está la crisis de los de abajo, luchando cada día por llegar al siguiente. Dos universos cada vez más lejanos, más solitarios en guerras cortadas por el mismo patrón, con los mismos ganadores siempre: los fabricantes de armas, los que trafican con ideologías intransigentes y los capataces que hacen el trabajo sucio en cada campo de batalla.