Pues sí, hoy tengo una entrada algo bizarra y extraña. Quiero hablar de las propinas. O más que hablar, debatir con vosotros y así inaugurar esta nueva sección del blog, que acabo de idear y que quiero utilizar para compartir esas extrañas reflexiones que me asaltan en cualquier momento y lugar y que, por eso mismo, se me suele olvidar comentar con alguien. Personalmente, que se pierdan todos esos pensamientos tan profundos y trascendentales que tengo me da una rabia de cojones y con esta sección nunca más ocurrirá, a Blogger pongo por testigo.
"¿De las propinas? ¿Es que no has ido a deglutir alimentos últimamente, no has jugado a ninguna de tus frikadas o no te apetece contarnos alguna de esas historias verdes tuyas?" Pensaréis. Bueno, sí, he hecho todo eso y hasta tengo unas seis o siete entradas planeadas, pero este tema siempre ha generado gran controversia con todos los que he hablado, aunque parezca mentira, y a mí la verdad es que me interesa como motivo de reflexión bizarra. Desde mis amiguetes más modernos a mis familiares más conservadores, todos tienen su opinión y muchas veces es sorprendente o extrema. Y que este es mi blog, leches y desvarío sobre lo que me da la gana.
Todos sabéis que en España las propinas consisten en dejar algún euro de más cuando pagas la cuenta del restaurante. Suele ser supuestamente un premio o gratificación por el servicio recibido. A mejor servicio, mayor propina. O no, porque muchas veces la gente deja la propina según el lugar donde se encuentre o el total de la factura, independientemente del servicio ofrecido. Además de los restaurantes, se puede dejar algo de propina, no demasiada, al taxista o al repartidor de las pizzas. Los más generosos, también pueden dar un dinero extra a los profesionales que acuden a su vivienda a reparar, como fontaneros o albañiles. Sin ir más lejos, en nuestra última visita a Alicante, un grupo de seis alemanes borrachos que estaba cenando en el Nou Manolín, soltó una propina de 150 € sin despeinarse, para alegría y jolgorio de los camareros. O, por ejemplo, un amigo mío, fontanero, me dijo que antes, en tiempos de la lujuria de la construcción, recibía al mes más de 500 € en propinas y ahora apenas llega a 100€.
Como veis, aunque pueda parecer una práctica inocente y sin consecuencias, tiene mucha miga y ha dado para mucha tertulia, incluso política. Ya sabéis que los políticos son eses seres a los que les encanta discutir de cualquier chorrada que sale en la prensa o las redes sociales en lugar de trabajar en cosas importantes. Así es como Pedro Solbes, que fue menestro de economía y verduras, dijo que la inflación subía porque la gente se pasaba con las propinas que daban en el bar. También hay algunos que dicen que son un elemento pernicioso en el que se escuda el malvado empresario para justificar los bajos sueldos de sus trabajadores, mientras que por otro lado otros las justifican diciendo que así estimulas la disposición de los currantes para ofrecerte una buena atención. ¿Vosotros, qué pensáis? ¿Consideráis que son un invento del capitalismo opresor o un acicate para que los empleados vagos intenten trabajar mejor? ¿Deberían existir o estar terminantemente prohibidas por ley, bajo pena de zapato de cemento y al río?
También, no os creáis, dentro de este mundo tan apasionante y controvertido, existen modelos. Uno, el modelo normal y otro el de los yankis, que siempre tienen que hacer lo que les sale de los huevos. Ellos las dan por sistema, aplicando un porcentaje sobre el coste sin impuestos del servicio que te han ofrecido. Según consideres qué tal ha ido el servicio, tienes que aplicar un porcentaje menor o mayor, normalmente entre un 15-20%. En los casos de los restaurantes u hoteles, la mayor parte del sueldo de los trabajadores viene determinado por las propinas, por lo que se cuidan mucho de que no te olvides de dársela. Aunque pueda parecer incómodo, lo cierto es que algunos defienden que basar las retribuciones en la generosidad de los clientes, consigue que el servicio que te ofrezcan sea siempre mejor. Claro que también puedes entender que es un chantaje más de los patrones para mantener sueldos paupérrimos y así chantajear a los clientes para que se vean obligados a mantener a los trabajadores.
¿Habéis visto como sí que da de sí el tema? ¿Qué pensáis vosotros? ¿Cuál es vuestra postura con las propinas? ¿Vosotros dais propinas o no? ¿Sois generosos? ¿Os ha pasado algo vergonzoso cuando dabáis alguna? ¿Trabajáis en algún gremio en el que se reciban?
**
¿Os ha gustado entra entrada? ¡Si es así, no os olvidéis votarla y compartirla (Facebook, Twitter). Si no os podéis perder ni uno sólo de las desastrosas aventuras de Alonso o nada de este jaleo que suelo publicar, podéis suscribiros para que os lleguen todas las entradas por correo electrónico. ¡Y no os olvidéis de comentar! ¡El blog tiene vida gracias a vosotros!