Revista Cultura y Ocio

Reflexiones de una lectora #3: Complejidad de pensamiento y preocupaciones innecesarias

Publicado el 25 junio 2016 por Alaluzdelasvelas
Reflexiones de una lectora3

¡Hola a tod@s! J Vamos con las disculpas. En primer lugar, quiero pedir perdón por estar tan sumamente desaparecida. Es más que evidente que mi capacidad de organización necesita una revisión – una que voy a llevar acabo, prometido queda –, pero es aún más evidente que, aunque me “comprometí” a conseguir ordenar el blog lo suficiente como para que tuvierais todas las reseñas listas… no he podido hacerlo y, a riesgo de que me tiréis piedras, no voy a hacerlo. Os cuento porqué. Me considero una persona muy autoexigente en lo que a escribir se refiere. Es cierto que en el 90% de los aspectos de mi vida soy la viva imagen del caos, pero en este pequeño espacio me esfuerzo cada día – o al menos siempre que puedo – para ofreceros un mínimo de calidad. Estaréis de acuerdo conmigo, entonces, en que es una soberana tontería intentar confeccionar reseñas de libros de los que, a lo sumo, recuerdo un tercio de la historia. Para traeros una reseña de mala calidad o que pueda rozar el cinco… prefiero no traeros nada y comprometerme, esta vez en serio, a reseñar todo lo que lea a partir de ahora.  Como sabéis, vuestra opinión es muy importante para mí. ¿Qué os parece? ¿Creéis que es buena idea? Después de esta pequeña explicación, he decidido traeros una nueva entrada de Reflexiones de una lectora, con un tema que, a mi juicio, es bastante importante. ¡Vamos a ello!Complejidad de pensamiento y preocupaciones innecesariasReflexiones de una lectora #3: Complejidad de pensamiento y preocupaciones innecesarias Siento especial predilección por la evolución de los personajes, como muy bien sabéis. Considero que lo que de verdad puede definir a una buena autora o a un buen autor es su capacidad para hacer que nos creamos al personaje, para hacer que, después de un número “x” de páginas logremos pensar “Dios, ojalá existiera una persona así”. Y es precisamente eso lo que os vengo a contar hoy. No sé vosotras y vosotros, pero yo normalmente no tengo pensamientos sumamente profundossobre qué voy a hacer con mi vida, sobre cómo voy a enfocar una situación “y” ni cómo voy a conseguir llevarme mejor con mi amiga o mi amigo. Y es que muchas veces, cuando leo, no puedo parar de pensar en lo condenadamente enrevesados que son los pensamientos de nuestros queridos personajes protagonistas. Me da a mí que vamos a tener que sacarnos tres doctorados para llegar a ese nivel de profundidad emocional o, en su defecto, dejar las fiestas y centrarnos en cosas más importantes, como describir al dedillo lo que nos evoca el olor a café. Antes de que me tiréis piedras, quiero preguntaros algo: ¿cuándo estáis por la calle, esos momentos en los que tenéis que llegar a Dios sabe dónde y vais de culo por culpa del calor, el frío o sencillamente porque os habéis levantado con el pie izquierdo, realmente os da tiempo a pensar en lo bonito que está el cielo despejado o en lo bien que huelen las flores? Porque yo, con todo lo basta que puedo llegar a ser, a lo sumo me preocupo de si voy a llegar muy sudada y de si me dejaran entrar por la tardanza. Llamadme loca, pero en lo último que pienso es en lo bonita que se ha quedado la tarde, en las ganas que tengo de oler galletas con mantequilla o en lo condenadamente adorable que es ver pasear a un niño pequeño con sus pasitos torpes.  Profundidad emocional, supongo, y tal vez sea cierto que yo sea un poco simple, incluso directa pero, ¡vamos a ver!, no tengo tiempo libre suficiente como para preocuparme por banalidades de ese calibre.En el autobús, como a todo el mundo, me molesta el hecho de tener que ir de pie, cogida de cualquier manera a una de las barras, rezando por no caerme y cagándome en todo lo cagable porque el conductor pega un frenazo y me voy de morros hacia adelante. ¡Qué soez expresión! ¡Y qué cierta, maldita sea!  ¿Y esto qué tiene que ver con las novelas? Pues que, como os decía, estoy harta de sentirme un poco estúpida al leer la profundidad a la que llegan algunos autores y autoras sólo para dejarnos claro que saben escribir. Yo me lo creo, palabrita, pero quiero cosas coherentes. ¡No pido tanto! Un poco de coherencia, un momento de ansiedad ante una situación estresante, preocuparse por cosas normales, como el hecho de no recordar si has cerrado con llave la puerta, si has dejado comida para el gato o si se te ha olvidado algo que necesites para el próximo examen. El futuro y la metafísica del día a día yo se lo dejo a los filósofos, porque, aunque sé que suena típico a dolor, preocuparse por las cosas que pasarán es una pérdida de tiempo. Vive el momento, dicen, y es cierto. Paremos ya de preocuparnos por todo. Si me pego el guantazo de mi vida contra el suelo, si me fracturo la pierna o el brazo haciendo deporte, si me peleo con alguien que hasta el momento había sido muy cercano a mí… me preocupo. ¡Por Dios que me preocupo! El resto del tiempo puedo vivir sin pensar en qué haré dentro de tres semanas, de lo que pasará cuando le diga a mi madre que he suspendido un examen o de lo que pasará si le digo a mi mejor amiga que su novio me parece un grano en el culo.  Así que sí, desde aquí hago una llamada a todas las personas que alguna vez se hayan sentido exasperadas o sobrepasadas por la profundidad de los pensamientos, ideas e ideales de los protagonistas. Esas conversaciones casi surrealistas en las que hay un protocolo y un decoro que harían llorar a toda la horda de profesores de castellano que hemos tenido alguna vez en nuestra vida. Realismo, por favor, no es tan difícil, gracias. ¿Quién diablos habla con sus amigos de cosas como, por ejemplo, lo que hará de aquí a diez años? ¡Oh, por favor, no tenemos una vida tan aburrida como para montarnos realidades paralelas! ¿Y si de aquí a diez años me ha atropellado un camión, qué, eh? ¡Nada! ¡Anda ya, tanta tontería! Películas, series, cosas que pasan en el día a día… suficiente para estar hablando horas, horas y horas. Miedo al futuro, diréis algunos y algunas, y jamás negaré que podáis tener razón, pero, poniéndome filosófica, ¿no es maravilloso el presente? Pues démosle la importancia que merece y dejémonos de cuentos e historias. El aquí, el ahora. Eso es de verdad. No es una ilusión, una posibilidad o una idea. Es algo que está pasando, que nos está consumiendo o maravillando, algo que vamos a guardar en nuestra memoria y que recordaremos en ese futuro que tanto nos gusta imaginar.Reflexiones de una lectora #3: Complejidad de pensamiento y preocupaciones innecesarias

Como digo siempre en estas entradas, no soy lo suficientemente divertida como para seguir hablando, así que… ¿Qué opináis? ¿Os gustan las mentes complejas, hasta los topes de ideales, sueños y metafísica? ¿Sois de esas personas que se preocupan demasiado por lo que pasará o, como yo, os limitáis a vivir al día? ¡Contadme, contadme, contadme!
¡Un besazo muy grande y que paséis un buenísimo fin de semana!

Volver a la Portada de Logo Paperblog