Revista Salud y Bienestar
Fotografía (C) Lola Montalvo
Ayer volví a ver en la TV un reportaje de Informe Semanal en el que se hablaba de la muerte digna. El reportaje se llamaba «El bien morir» -disculpadme, he intentado encontrarlo aislado, pero no he podido; es el tercer reportaje de ese programa-. Al verlo se me han removido muchas cosas en el interior y quería compartirlas... como profesional, sí, pero también como persona.
Ya he tratado este tema con antelación en este blog: Palabras prohibidas y Muerte digna, porque es una cuestión que me importa. En mi carrera profesional, tanto como auxiliar de enfermería como en la de enfermera, he visto morir a muchas personas y a muchas las he visto morir muy mal... entiéndalo cada uno como desee; estoy segura de que pocos se equivocaran.
Hace unos años, además, se cuestionó la labor de varios médicos en el Hospital Severo Ochoa de Madrid, al realizar sedaciones paliativas a ciertos pacientes terminales... denuncia que no prosperó y que dejó en evidencia las ganas de hacer daño de los denunciantes. Es más, el Tribunal estableció que estos profesionales habían realizado bien su labor.
Tras la aprobación del anteproyecto de la Ley de Muerte Digna en mayo de este año, se levantó la polémica entre los que defienden que una ley así es necesaria -entre los que me cuento- y los que indican que esta ley ampara la eutanasia y desean que nunca llegue a ser aprobada definitivamente, algo que es posible, dado que los trámites aún están por realizarse, como las enmiendas y demás. Según los entendidos, los plazos están demasiado ajustados.
Me llamó poderosamente la atención que, en su día, cuando se aprobó el anteproyecto en mayo muchas voces se levantaron en contra; pero no fue una de ellas, la de Rouco Varela -Conferencia Episcopal-, cuyas declaraciones con respecto a esta ley me sorprendieron. Textual: «No es una ley de eutanasia». Aún así, las voces en contra tachando esta ley poco más o menos de homicida no dejaron de brotar por ciertos rincones de nuestra sociedad.
Y, aún , siguen coleando.
La Medicina es una ciencia que tradicionalmente buscó siempre la curación de las enfermedades y procesos que el hombre como ser vivo podía sufrir a lo largo de su vida. Al aumentar la esperanza de vida y al predominar en nuestro elenco de patologías los procesos crónicos, el concepto debió ser modificado. Ya no se podía curar todo. Esto llevó a tener que modificar también los objetivos. Primero, proporcionar tratamiento a patologías que no iban a curarse nunca y después a proporcionar cuidados médicos y de enfermería a procesos que acabarían con la muerte del paciente. Entró entonces el concepto de «Cuidados Paliativos» que según la OMS es:
"Los Cuidados Paliativos son un modo de abordar la enfermedad avanzada e incurable que pretende mejorar la calidad de vida tanto de los pacientes que afrontan una enfermedad como de sus familias, mediante la prevención y el alivio del sufrimiento a través de un diagnóstico precoz, una evaluación adecuada y el oportuno tratamiento del dolor y de otros problemas tanto físicos como psicosociales y espirituales.
En este nuevo concepto de cuidados entran en juego muchos profesionales; en un concepto multidisciplinar, entendiendo a la persona y su proceso de una forma Integral: desde el ámbito biológico, psicológico y social. Es decir: no sólo trata la patología, sino todo lo que conlleva a su alrededor. No sólo trata al paciente, sino a su entorno familiar.
La sedaciones paliativas han sido consideradas casi como homicidios por grupos conservadores. Y me gustaría explicar en qué consiste. En los últimos momentos de una enfermedad terminal -la que es irreversible y que supone la muerte de una persona en un corto espacio de tiempo. Semanas o pocos meses-, se producen una serie de síntomas que conllevan una gran angustia para el paciente -disnea, dolor...-. En estos casos se opta por dormir al paciente con diversos fármacos cuyo objetivo es dejar a la persona sedada y tranquila hasta que por la propia evolución de su enfermedad, fallece.
Algunos ven en esto eutanasia. Yo veo buena práctica médica.
Por supuesto, todo este proceso debe estar en el plano de la elección personal, es decir, todas las personas deben y deberían tener el derecho a la libre elección de lo que desea que se haga cuando les toque llegar a este momento. Es lo que en algunas CCAA ya se está hacendo , como en Andalucía y que se conoce como Testamento Vital o Declaración de Voluntad Vital Anticipada. Entiendo que todo ello puede estar motivado por creencias personales o ideologías que forman parte del terreno de lo estrictamente personal. Lo sé y lo comprendo.
Pero ello -creencias personales o ideologías concretas- no justifica que se impida la aprobación de una Ley que es en todos los aspectos imprescindible. No creo que una minoría se pueda arrogar el derecho de decidir qué debemos hacer todos cuando nos llegue el momento. Esto incluye el deseo de algunos pacientes terminales a que no se prolongue su vida de forma innecesaria... llámalo suicidio asistido, me da igual. Las palabras demasiadas veces sólo son limitaciones fonéticas. Lo importante es lo que desea una persona que sufre, que ya no desea seguir sufriendo. Es una elección personal que se debe respetar SIEMPRE.
Y esta Ley ampara, por supuesto, la labor de los profesionales que trabajan con estos pacientes. La ampara porque, diga lo que diga un cierto sector de la sociedad, hacen una labor extremadamente humana y profesional.
Y, por ahora, nada más.
PARA SABER MÁS:
SECPAL (Sociedad Española de Cuidados Paliativos)
ALCP (Asociación Latinoamericana de Cuidados Paliativos)
DMD (Derecho a Morir Dignamente)
EASP (Escuela Andaluza de Salud Pública) En esta web
ved el vídeo del corto: La Dama y la Muerte, es sencillamente genial.