Foto de Lola Montalvo (C)
Enfermar es algo duro. No me refiero a un catarro, un resfriado o un simple esguince leve de tobillo... Aunque también, porque, como ya he indicado innumerables veces en este blog, cada persona lleva su mal de una forma distinta, con su sufrimiento y su preocupación. Nadie es quien para minusvalorar la aflicción ajena; en eso he basado mi labor profesional en mis 23 años como enfermera.Pero en esta entrada quiero referirme a aquellas patologías, a aquellos padeceres que te impiden llevar una vida normal -tu vida normal- porque te postra en una cama, te ingresa en un hospital, te hace pasar por una intervención quirúrgica de cierta consideración, pone fin a tu vida o anula tu capacidad de pensar, de ser autónomo, de vivir una vida plena.Nuestros profesionales de la salud, sobre todo los enfermeros, cuidan nuestras necesidades cotidianas, vigilan nuestros parámetros, nos ayudan a valernos por nosotros mismos, nos proporcionan los rudimentos para bregar con nuestra patología crónica, nos asesoran para llevar una vida lo más saludable posible. Los médicos curan lo que se puede curar y tratan lo que se puede tratar. Pero... no siempre es suficiente.El amor de nuestros seres queridos, nuestros familiares, amigos, amantes... EL AMOR tiene un poder que pocas terapias pueden suplir. EL AMOR tiene un poder curativo que te da las fuerzas que crees haber perdido, te enjuga las lágrimas que te cuestan dejan brotar. Te retornan el calor que tu espíritu y tu corazón han perdido. Te saca de la oscuridad en la que el miedo te ha engullido.
Esa mirada que te sublima cuando capta tu angustia al vuelo y te dice tanto sin un solo sonido; que te da valor cuando te llevan a quirófano o a una prueba dolorosa. Esa cálida mano en un hombro derrumbado por una mala noticia, por un pesar demasiado inmenso para llevar uno solo. Ese susurro de cariño, esa voz amada diciendo que te espera a la salida, que todo pasará, que juntos podréis con eso y con más, que entre los dos lo conseguiréis...
Sí, el AMOR tiene un enorme poder.
La foto que rubrica esta pequeña reflexión de hoy es una foto real... unas bonitas manos que tienen un poder enorme. Fuerza, calor, suavidad, ánimo, esperanza.Somos afortunados a diario por muchísimas cuestiones. Pero el don más grande en este mundo, el único que ni se compra ni se vende, que se da de forma generosa, sin esperar nada a cambio es EL AMOR. Muchos anhelan toda su vida con que les toque la lotería, con recibir una fortuna, con un viaje por el mundo. Pero la única suerte en esta vida, la única, es tener a alguien que te quiera de forma absoluta, que te dé su amor sin condiciones, sobre todo cuando enfermamos. Porque el amor cura y nada lo puede suplir.
Y, por ahora, nada más.
P.D. Dedicado a ti, mi amor