Reflexiones en la sala de espera del hospital

Aquí me encuentro. En la sala de espera del hospital. Mi bebé se mueve mucho. Yo creo que sabe donde estamos y no la gusta la idea ni un poco. Bueno, o que se la está quedando pequeño el espacio. Que puede ser.

Fuente: http://goo.gl/zs0OI8

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Me van a hacer una ecografía de control de crecimiento y me toca esperar más de media hora o eso me han dicho. Así que aquí estoy. Sentada cerca de la puerta porque es el único lugar con cobertura en esta sala. Hay otras diez mujeres embarazadas y por su comportamiento y su lenguaje corporal se puede adivinar, o al menos intuir, en qué mes, bueno eso es muy exacto, en qué trimestre están (tan fácil como mirarlas la barriga).

La que más me ha llamado la atención es una chica musulmana  que apenas tiene barriga (o sea que esta en su primer trimestre) y esta leyendo, ¿qué leyendo? ¡devorando! una revista de bebés. ¡¡¡Se está leyendo hasta los términos y condiciones de los concursos!!! Yo es que soy “todo a muy a última hora” pero creo que ella es el otro extremo. Una silla vacía y después dos adolescentes con su madre. La hija mayor, de unos 17-18 años, porque no tiene más, se le nota la barriga y lo que se nota también es a su madre la cara de cabreo que tiene y lo incómoda que esta aquí. La madre esta sentada muy rígida, con los brazos cruzados y cuando habla con la hija no la mira a la cara. Puede ser cualquier cosa pero creedme que da la sensacion de que la idea de ser abuela y venir a la “maternidad”, como decir mi abuela, no la termina de hacer gracia del todo.

En la esquina del fondo reina el silencio absoluto. Tres musulmanas que no hablan entre ellas. Simplemente contemplan la escena como yo. Tiene pinta que son madre, hija y tia. Y a la hora de adivinar cuál de las tres está embarazada (lo lógico sería pensar en la hija) te intentas fijar en las barrigas, (porque sí, porque es inevitable, porque en esta sala todas nos miramos la barriga) pero por la longitud de sus trajes no puedes ver nada excepto un pequeño detalle. Guardando ese sepulcral silencio, la “tía” ha movido su mano hacia su vientre y lo ha tocado suavemente. Una caricia. Estaba equivocada, la embarazada no es la hija sino la tia.

Fuente: http://goo.gl/dnJAuJ

Y estoy pensando yo ahora, que a lo mejor, por culpa de la lucha esa de “miradas asesinas” a las barrigas de las otras la recepcionistas tiene un escultural cuerpo. Yo, si soy recepcionista en este hospital, al final terminaría rompiendo mi relación con las calorías vacías si todas las embarazadas de la sala de espera me miran las “lorzas” cada vez que me levanto al baño. ¡Qué suplicio, por Dios!

Bueno seguimos… una pareja judía. Él reza y ella mira al infinito. Dos sillas libres. Una pareja de africanos vestidos con trajes tradicionales, llenos de color. Él pasa un brazo por detrás de ella y ella se acomoda en su pecho, la verdad que no la debe de quedar mucho a la mujer. Les llaman. Él se levanta rápidamente y ayuda a su mujer a levantarse porque por el tamaño de esa barriga yo diría que tiene dos bebés (por lo menos). Ves, es inevitable, yo también me fijo en las barrigas.

Fuente: http://goo.gl/6tJkVD

“Eva Rey” (pronunciado “Iva Rai”). Uy, me llaman desde el otro lado de la sala. Miro a la matrona para que sepa que me he enterado que me ha llamado. Me levanto. Y noto como todas las mujeres miran mi barriga – y seguro que hay alguna que se fija en si tengo los tobillos o no hinchados. Pues no. No los tengo hinchados.

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