Revista Medio Ambiente

Reflexiones sobre el Turismo en el proceso de Río+20

Por Ne0bi0 @buenosviajeros

Comparto un documento que han elaborado algunas organizaciones de la sociedad de civil sobre el turismo en el proceso de Rio+20.


REFLEXIONES SOBRE EL TURISMO EN EL PROCESO DE RÍO+20, MÁS ALLÁ DEL MAQUILLAJE VERDE

Reflexiones sobre el Turismo en el proceso de Río+20

En la cumbre de Río de 1992, la comunidad internacional adoptó medidas importantes sobre cómo los preciados recursos de nuestro planeta deberían ser compartidos equitativamente y protegidos por las generaciones presentes y futuras. A pesar de los logros conseguidos durante las dos últimas décadas, todavía estamos muy lejos de una vía verdaderamente sostenible. Nuevas acciones son necesarias con urgencia para reorientar a los actores internacionales en dirección a las promesas hechas en Río.

 

Turismo y desarrollo sostenible

“El tamaño y alcance del sector hace que éste sea especialmente importante desde una perspectiva de recurso global” dice la Organización Mundial del Turismo (OMT).  El turismo es visto frecuentemente como una alternativa más respetuosa con el medio ambiente en comparación con otros sectores como la minería o la industria. Dentro de los debates de la “economía verde”, el turismo internacional ha sido identificado como uno de los diez sectores que puede impulsar un desarrollo sostenible e inclusivo. Pero los testimonios desde los destinos turísticos muestran que a nivel local a menudo se lleva a cabo un desarrollo turístico insostenible, socavando el progreso real hacia los objetivos declarados de la “economía verde”. Se necesitan mecanismos más estrictos de seguimiento, supervisión y regulación.

El “Informe de la economía verde” (2011) publicado por el Programa de Medio Ambiente de Naciones Unidas (PNUMA) dedica un capítulo al sector turístico. La Organización Mundial del Turismo (OMT) participa como coautora de este capítulo y toma Río+20 como una oportunidad para promover el turismo como “uno de los más prometedores conductores del crecimiento de la economía mundial”. La OMT, entre otros, sostiene que, debido a su carácter transversal, el turismo puede “abordar un amplio abanico de temas prioritarios como energía, agua, océanos, empleos verdes, ciudades sostenibles, agricultura sostenible y seguridad alimentaria, reducción del riesgo de desastres e inversión en salud, educación, juventud, igualdad de género y autonomía de la mujer”. Sin embargo, el desarrollo actual del turismo mina con frecuencia el progreso en estas áreas. El paradigma actual de crecimiento planteado por la OMT es incompatible con la sostenibilidad real.

Reflexiones sobre el Turismo en el proceso de Río+20

La necesidad de hacer un análisis profundo

Las estrategias discutidas en Río+20 y los paradigmas subyacentes deben ser examinados por la sociedad civil. La “economía verde” es un concepto que se centra en invertir en la eficiencia de la energía y recursos, pero deja de lado los problemas estructurales fundamentales de la igualdad mundial y el desarrollo humano. El paradigma orientado hacia el crecimiento defendido por la OMT, el PNUMA y otros defensores de la “economía verde” han llevado a la destrucción del medio ambiente y han violado los Derechos Humanos. El debate por lo tanto tiene que ser reenfocado para no incluir sólo derechos “verdes” y “económicos” sino también Derechos Humanos, la igualdad y la justicia. Hay que cambiar de paradigma del desarrollo turístico.

Mientras Río+20 analiza la arquitectura de gobernanza internacional para el desarrollo sostenible, también hay que observar el papel de varios agentes que influyen en diversas formas en cómo se organiza el sector turístico. Para alcanzar el desarrollo sostenible es vital la descentralización y el fortalecimiento de la gobernanza local que permita la implicación de los ciudadanos en los procesos de decisión públicos, lo cual es fundamental para una buena gobernanza.

Los principales desafíos

La publicación “Más allá del maquillaje verde: Reflexiones sobre el Turismo en el proceso de Río” pone al turismo en el contexto de los temas de Río+20 como la “economía verde” y la gobernanza. Aspira a aumentar la conciencia sobre los desafíos que genera el crecimiento turístico y a fomentar la reflexión y el debate. El documento destaca los principales desafíos para la sostenibilidad que deberían ser abordados en relación al turismo en el proceso de Río. Los estudios de caso y los análisis se enfocan en los Derechos Humanos y los desafíos de la gobernanza.

Los autores, originarios de diferentes partes del mundo, nos previenen sobre las soluciones fáciles, tales como la “economía verde” y el “turismo pro-pobre” (PPT). En el contexto del paradigma de la “economía verde” deben ser abordadas cuestiones como la asignación de los recursos, el derecho a los recursos y el acceso a los procesos de gobernanza. El concepto de “turismo pro-pobre” (PPT) asume que cualquier tipo de turismo que tenga cualquier tipo de beneficio para los pobres es adecuado para el desarrollo. Ambos conceptos fallan al abordar cuestiones complejas como el impacto directo e indirecto del turismo en los medios de subsistencia de la población local así como la manera en que el fenómeno puede afectar a los Derechos Humanos. Los medios de vida son mucho más que “ingresos”, pues están enraizados en la cultura y la identidad de las personas y son condicionados por el paisaje y la ecología. Los medios de vida sostenibles están intrínsecamente conectados con los derechos de las comunidades, los derechos de propiedad y los procesos democráticos que determinan la dignidad, el control, el empoderamiento y la sostenibilidad.

Las comunidades que se encuentran en áreas turísticas, particularmente las comunidades con escasos medios económicos, no deberían asumir los costes de satisfacer las necesidades y demandas turísticas. Las actividades turísticas se basan generalmente en unas relaciones de desigualdad e incluso de explotación, por lo cual los grupos más pobres y vulnerables en las áreas turísticas cargan con el impacto negativo del turismo.

Para alcanzar los objetivos de crecimiento en el sector turístico, los recursos locales y actividades económicas habitualmente se orientan más  al desarrollo de la industria que hacia el bienestar de las comunidades, a menudo socavando los derechos de acceso a la tierra, agua, recursos naturales, sanidad, educación y vivienda. El desarrollo turístico no debería poner las demandas de los turistas y de la industria turística por encima de las necesidades y medios de vida de las comunidades locales.

Acaparamiento de tierras

 Las estrategias de promoción del turismo convencional tienden a pasar por alto a los más vulnerables, cuyos derechos a la tierra, recursos y medios de subsistencia han sido violados. La especulación y el acaparamiento de tierras se han convertido en un fenómeno común en las áreas de interés para el sector turístico, desplazando física y económicamente a las comunidades locales. Las áreas costeras en países emergentes y en desarrollo, incluyendo regiones de Asia afectadas por el tsunami de 2004, están siendo destruidas por resorts turísticos, de tal forma que la tierra y otros recursos naturales se transforman en espacio recreacional para los turistas. El discurso actual carece de enfoque basado en los derechos, ya que simplemente propone más crecimiento y se basa en mecanismos de autoregulación de mercado.

Amenazas a la soberanía alimentaria y el acceso al agua

El turismo puede amenazar la seguridad alimentaria al afectar los recursos pesqueros, el acceso a las costas o zonas de caza, y las tierras utilizadas para la agricultura de subsistencia. Las comunidades indígenas son a menudo apartadas de la naturaleza y de sus recursos naturales en nombre del turismo y la conservación. La conversión de los recursos naturales y la biodiversidad en producto de consumo masivo para el turismo acelera este proceso. Las principales partes implicadas en este negocio son los grandes grupos conservacionistas, instituciones financieras internacionales, donantes y agencias estatales.

Las comunidades locales a menudo salen perdiendo con el turismo en términos de acceso al agua, especialmente en zonas donde escasea. El alto consumo de agua por parte de los hoteles y resorts viola el derecho al agua, que es un derecho humano fundamental.

Cambio climático

El turismo contribuye de manera significativa al cambio climático global, el cual amenaza las vidas y el sustento de cientos de millones de personas. Según las previsiones actuales de crecimiento, para el año 2035 crecerán en un 179% las llegadas de turistas internacionales y la contribución del sector a las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) aumentarán en un 188%, principalmente como resultado del incremento del tráfico aéreo. Aunque el Panel Internacional de Expertos sobre Cambio Climático está llamando a la reducción del 50% de los actuales Gases de Efecto Invernadero (GEI) para el año 2050, los grupos de presión de la industria turística, incluyendo a la OMT, han obstruido el progreso de normas vinculantes de las emisiones aéreas. Las mejoras en eficiencia del sector de la aviación han sido demasiado pequeñas y demasiado lentas para colocar a la industria en el camino sostenible. El impacto de los patrones de consumo insostenibles por parte de los ricos sobre la vida de los pobres es especialmente evidente en el contexto de la justicia climática.

Injustamente, las principales víctimas del cambio climático son las comunidades pobres y marginadas. Las nuevas iniciativas de mitigación del cambio climático, tales como el comercio de carbono y los experimentos con biocombustibles están acelerando en este proceso. El cambio climático no es solo cuestión de mitigación y adaptación. Exige un cambio completo del paradigma de la forma actual del desarrollo capitalista neo-liberal hacia un enfoque centrado en las personas, basado en derechos

Participación

A todos los niveles, la participación de las comunidades locales involucradas en o afectadas por el turismo aún deja mucho que desear: en los procesos de negociación internacionales, en la formulación de las políticas nacionales así como en la desarrollo y gestión de los destinos turísticos. Las organizaciones de la sociedad civil han enfatizado la necesidad de una mayor participación en estos procesos, sobre todo en el trabajo de la OMT, el cual actúa más como un grupo de presión de la industria turística que como un impulsor del desarrollo sostenible, a pesar de ser una agencia de la ONU y en contradicción con los principios de buena gobernanza.

En el ámbito más popular, la participación de las comunidades locales es una condición imprescindible para desarrollo sostenible. La participación va más allá de los puestos de trabajo y los ingresos. Tiene que ver, sobre todo, con la propiedad y el control del proceso de decisión sobre los asuntos que les afectan sus vidas. Cuando el turismo es considerado una opción de desarrollo aceptable, la participación tiene lugar idealmente en la forma de turismo de base comunitaria. Las iniciativas comunitarias se benefician considerablemente del intercambio de experiencias con otras comunidades, como la implicación en las redes de la sociedad civil  o el  apoyo de las ONG. Esto se aplica particularmente a las comunidades costeras que enfrentan amenazas similares en todo el mundo, como el acaparamiento de tierras por parte de las empresas turísticas, el desplazamiento, la destrucción de los ecosistemas costeros, la pesca industrial y el aumento del nivel del mar. También se aplica a las comunidades forestales, que en muchas partes del mundo son expulsadas para hacer sitio a los parques nacionales en nombre de la conservación y el “ecoturismo”. Modelos alternativos como el concepto brasileño de reservas extractivas (RESEX) ayuda a las comunidades locales a proteger su territorio y gestionar sus recursos de forma sostenible.

El camino a seguir

Solo nos quedan unas décadas para lidiar de una forma inteligente con el cambio climático, la falta de agua y el destrozo de los últimos ecosistemas esenciales. Dada la situación mundial actual, estamos en un momento decisivo: la aceleración del capitalismo, que se produce también en el sector turístico, podría llevar a una mayor desigualdad, a la miseria y el conflicto. Sin embargo, el desarrollo sostenible del sector privado podría ser una oportunidad para entrar en armonía con el planeta, para aumentar la posibilidad de conseguir un desarrollo humano inclusivo, y para contribuir a la construcción de una democracia real.

La industria del turismo de masas representa un serio obstáculo para crear un mundo sostenible, donde  las demandas de las comunidades y la democracia sea real. El turismo tiene una enorme influencia directa e indirecta en la economía mundial. En su forma actual, los combustibles de la industria del turismo tienen unas expectativas de crecimiento por tiempo indefinido en un planeta ecológicamente precario.

Es muy importante disociar el concepto de turismo sostenible del crecimiento económico desenfrenado y el desarrollo económico centrado en el PIB. El turismo no es una opción viable para las sociedades altamente empobrecidas y no debería de ser promovido en tales casos. Es contraproducente convertir a naciones empobrecidas en dependientes de una industria como el turismo, altamente vulnerable a numerosos factores externos.

Agencias como la OMT y el PNUMA deberían aplicar rigurosos mecanismos de regulación que permitan controlar prácticas insostenibles de turismo, en lugar de promover soluciones basadas en el mercado. Tendrían que sopesar seriamente las preocupaciones de la sociedad global y por ende de las poblaciones afectadas por dichas prácticas. La participación de la ciudadanía en la toma de decisiones a distintos niveles de un gobierno es vital en cualquier discusión relacionada con el desarrollo sostenible.

Las organizaciones de la sociedad civil a lo largo y ancho del mundo acordaron luchar contra el impacto dañino del turismo, y ofrecer una perspectiva crítica de esta industria global para unirse y organizarse más eficazmente entre ellas. Hay un inmenso potencial para crear una red de sociedades civiles a nivel global, y así sacar fuerzas de su diversidad con un fin común: una industria de turismo justa, equitativa, democrática, centrada en la gente y medioambientalmente sostenible, e incluyendo el derecho de las comunidades a vetar el desarrollo del turismo cuando los costes reales superen sus beneficios percibidos o reales.


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