Revista Psicología

Regarding Oscar and his Twin

Por Bernardo Pino Rojas
Regarding Oscar and his Twin

Voy a comentar el siguiente problema sin detallar las referencias pertinentes con el propósito de poner énfasis en el problema. Bastará señalar un par de fuentes relevantes al final de este posteo.
Suponga la existencia de un planeta gemelo a la Tierra donde todo es igual la Tierra con excepción de aquello que los habitantes de ambos planetas llaman “agua”. En la Tierra (T), dicho término es utilizado para designar H2O y en la Tierra gemela (TG) el mismo término es utilizado para designar XYZ. Suponga, además, que es el año 1750, y que, por hipótesis, mientras en T habita una persona llamada Oscar (Os), en TG habita su gemelo Goscar (GOs). Para el caso, asumiremos que ambos gemelos son idénticos molécula a molécula—sin considerar que tal identidad resulta poco plausible debido al hecho de que las moléculas de H2O en el cuerpo de Os no pueden estar presentes en el cuerpo de su gemelo (mutatis mutandis, lo mismo aplica para el caso de las moléculas de XYZ y el cuerpo del gemelo de GOs).
Escenarios imaginados como el anterior permiten problematizar acerca de la naturaleza del contenido de nuestros estados mentales. Más específicamente, acerca de las causas que podrían ser determinantes de tal contenido. Dicho de otra manera, el propósito del escenario planteado es facilitar una discusión acerca de aquello que estaría involucrado en la explicación de esa propiedad que nuestros estados mentales ostentan de ser acerca de aquello que representan. Considere que, al plantear el problema de la naturaleza del contenido de nuestros estados mentales de esta manera, estoy asumiendo compromisos teóricos importantes con respecto a lo mental. Lo que asumo (además de cualquier otra cosa) es que tales estados mentales existen y que tienen, efectivamente, la propiedad de ser algún tipo de representaciones. Para el presente comentario, ese será un compromiso básico, pero no el único. También asumiré que nuestros estados mentales son estructuras mentales constituidas, en último término, por entidades representacionales básicas comúnmente llamadas “conceptos”. Este compromiso adicional me permite reducir la cuestión del contenido de los estados mentales a la cuestión del contenido de los conceptos, y así resumir el problema que quiero plantear de la siguiente manera.
Los debates relacionados con la explicación de las propiedades semánticas de nuestros estados mentales abordan una variedad de problemas filosóficos y uno de ellos tiene que ver con el locus externo o interno que puedan tener las causas determinantes del contenido de nuestros conceptos. Para simplificar, caracterizaremos la distinción entre visiones externalistas e internalistas así: según los primeros, la extensión de un concepto determina su contenido; según los segundos, el contenido de un concepto determina su extensión. Volviendo a nuestro escenario inicial, podemos ilustrar esto con respecto al contenido del concepto AGUA que Os y GOs utilizan cuando piensan acerca de lo que ese concepto supuestamente designa en T y en GT. Una pregunta que se puede plantear de partida es: “Cuando Os y GOs emiten juicios o piensan acerca de lo que cada uno de ellos llama ‘agua’, ¿están ambos realmente utilizando el mismo concepto AGUA?” La respuesta a esta pregunta dependerá de quién la responda. Prima facie, un externalista con respecto al contenido podría decir que se trata de dos conceptos distintos porque aquello que hace que el concepto X sea el concepto que es, y no otro, se haya en el ambiente extra-mental y es distinto en cada caso. Por otro lado, un internalista con respecto al contenido podría decir que Os y GOs utilizan un mismo concepto cuyo contenido es determinado por cierta capacidad inferencial interna. Sin embargo, si las cosas fueran así de simples, encontrar trabajo como filósofo sería aún más difícil de lo que ya es.
De muestra, consideremos el siguiente puzle. Si los externalistas estuvieran en lo correcto,alguien podría decir que es justificado inferir, a pesar de que el contenido de nuestros conceptos está determinado por causas externas al individuo, que Os y GOs son individuos intencionalmente idénticos. La premisa intermedia que sustentaría tal conclusión es la siguiente:

PREMISA INTERMEDIA: Si hay dos propiedades P1 y P2 en el entorno de una persona, de manera que la instanciación de cualquiera de ellas pudiera instanciar el concepto C en esa persona, y la persona no pudiese, bajo ninguna circunstancia, distinguir entre P1 y P2, entonces la extensión de C sería P1 o P2.
Aceptando esta premisa, se podría concluir que Os y GOs no difieren psicológicamente el uno del otro, ya que la única diferencia entre el entorno de cada cual es que en el primero hay H2O mientras que en el segundo hay XYZ, y como ni Os ni GOs pueden distinguir estas propiedades (nótese que la composición química del agua era desconocida en el 1750 de ambos planetas gemelos), el concepto de AGUA que ambos utilizan tendría el mismo contenido, a saber H2O o XYZ.
Sin embargo, la PREMISA INTERMEDIA parece fundarse en el supuesto de que el contenido de un concepto está realmente determinado por factores internos, a saber, una cierta capacidad discriminatoria con respecto a las propiedades externas que realmente están involucradas en la determinación del contenido conceptual. Si esto fuera así, entonces tendríamos que concluir, absurdamente, que la determinación externalista del contenido mental es probablemente verdadera siempre y cuando la determinación internalista del mismo contenido también lo sea. Esto equivale a sostener, para ser más explícito aún, que la razón por la cual la extensión de un concepto determina su contenido es que dicho contenido determina tal extensión—afirmación que traslada el problema hacia el uso ambiguo que, en este caso, ese hace del término ‘contenido’, en la medida que dicha ambigüedad tiene que ver con el locus externo o interno de lo designado por el término.

Una manera de evitar el absurdo mencionado pasa por considerar que hay muchas circunstancias en las que se podría decir que somos incapaces de distinguir entre un par de propiedades (e.g., P1 y P2), sin que ello entrañe claramente que el contenido del concepto que ambas propiedades perecen instanciar está constituido por una disyunción de esas propiedades (e.g., P1 y P2). Por ejemplo, ser un zorro urbano y estar a cierta distancia del centro de la galaxia son dos propiedades que le puedo atribuir al responsable de destruir las flores del jardín durante la noche. Si la instanciación de del concepto ZORRO que utilizo cuando diseño un plan para acabar con tal amenaza nocturna está determinada, o bien por una de esas propiedades, o bien por ambas, es algo que no podría distinguir. ¿Debiéramos inferir que mi incapacidad de distinguir aquello justifica la conclusión de que ambas propiedades están involucradas en la determinación del contenido de ZORRO? Creo que una respuesta positiva a esta pregunta sería más problemática que una negativa, y que la inferencia absurda del párrafo anterior es un ejemplo de eso. Es un error derivar conclusiones metafísicas acerca de la semanticidad de los conceptos a partir de premisas epistémicas, y eso es lo que ocurre cuando se plantea que el contenido de un concepto depende de nuestra capacidad cognitiva para distinguirlo.
Finalmente, es interesante notar cuál es la motivación que subyace a la afirmación de que Os y GOs son incapaces de distinguir entre un concepto AGUA cuyo contenido es únicamente instanciado por H2O (o, mutatis mutandis, únicamente instanciado por XYZ), y un concepto AGUA cuyo contenido es instanciado por la propiedad disyuntiva H2O o XYZ. Lo que motiva esa afirmación es el supuesto de que Os actuaría con respecto a H2O de la misma manera que GOs actuaría con respecto a XYZ. Pero la razón por la cual ellos actuarían de igual manera con respecto a dos propiedades distintas no depende claramente del rol que dichas propiedades puedan tener en la determinación del contenido del concepto AGUA que Os y GOs utilizan en T y TG, respectivamente. Dado los constreñimientos del escenario propuesto, Os y GOs también comparten todas los estados intencionales que poseen con respecto el contenido de AGUA. De manera que es perfectamente posible que sus conceptos de AGUA tengan contenidos distintos y que, al mismo tiempo, actúen de igual manera con respecto a las propiedades que tales conceptos designan. Para esto último basta que Os crea acerca de H2O exactamente lo mismo que GOs cree acerca de XYZ, condición que es satisfecha por el hecho de que todo lo que no es H2O en T es exactamente igual a todo lo que no es XYZ en TG, molécula a molécula.
Lecturas sugeridas:
Fodor, J. A. 1990. A Theory of Content, I & II. In J. A. Fodor, A Theory of Content and Other Essays. Cambridge: MIT Press.
Putnam, H. 1975. The meaning of meaning. In Language, Mind, and Knowledge, ed. K. Gunderson, 131 – 193. Minneapolis: University of Minnesota Press.http://urbanguyb.blogspot.com/

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