Seis años ha tardado Alejandro Amenábar en volver a presentarnos una historia, seis largos años en los que tanto ha mareado la perdiz que ha creado unas expectativas inusitadas puestas en esta película. Y se espera tanto de él, se ha dicho tanto de él, porque tiene un talento incuestionable para hacer cine en estado puro y en el más amplio y artístico sentido de la palabra... Se espera tanto de su potencial que se antoja más que demasiado el lapso de seis añazos para organizar un proyecto, algo que además se te vuelve especialmente en contra cuando no alcanzas las cotas que tus fieles anhelan. Y estamos justo delante del caso anunciado.
Rueda el cineasta español en Canadá y para mayor proyección de nuevo en lengua inglesa y con reparto internacional. Nos sitúa en 1990, en la piel de un detective (Ethan Hawke) que se topa de bruces con el feo asunto de una muchacha (Emma Watson) que denuncia a su padre por un terrible suceso. Este no recuerda nada de lo sucedido, y la necesidad de saber la verdad lleva a la policía a pedir ayuda a un psicólogo (David Thewlis) experto en terapia de regresión, que supuestamente desvela los recuerdos bloqueados. Los descubrimientos que la pareja de detective y psicólogo van haciendo parecen indicar que todo es más complejo todavía de lo que aparenta, y forma parte de un entramado mayor y más oscuro aún…
El guión, tan inteligente como por momentos indolente, nos lleva más por el camino del thriller psicológico que por el del terror; si bien es cierto que la habilidad del director para incomodarnos está patente en todo momento, enfatizando en tres o cuatro escenas puntualmente seleccionadas para que el público se recoloque en su asiento.
La citada ausencia de energía y lo previsible del relato (probablemente intencionado esto último para la idea posterior al visionado que se pretende transmitir) no deben hacer olvidar que la cinta se deja ver con facilidad debido a la intrigante trama y a aquellos elementos que quedan patentes cuando estás ante el trabajo (ya salga mejor o regular, como es el caso) de un tipo que tiene el enorme manejo de la cámara que tiene Amenábar.
Resulta un enorme contraste que en una película de género con poco más que añadir el director realice un despliegue visual que se nos antoja de lo mejor en su carrera, con tomas hermosas y encuadres y giros de cámara muy difíciles y meritorios (me vienen a la memoria por ejemplificar la mirada perdida del protagonista a través de la ventana del avión o el doblar la esquina del coche para alejarse por la gran avenida). Tampoco hay que desdeñar agudos simbolismos como el de la guantera del coche y lo que allí va el personaje principal acumulando paulatinamente, reflejo de la histeria colectiva que se vivió en aquella época con el tema del satanismo y de lo poderosa que puede ser la obsesión.
Estamos en resumidas cuentas ante una reflexión sobre el mal, además de un análisis sociológico dentro de un global al que le falta un par de escalones para enamorar y que se antoja, sin llegar a lo fallido, poca cosa para su director y para lo que ha tardado en decidirse a rodar.
Dirección: Alejandro Amenábar. Título original: Regression. Países: España y Canadá. Duración: 106 min. Género: Thriller, policiaco, terror. Intérpretes: Ethan Hawke, Emma Watson, David Thewlis, Devon Bostick, David Dencik, Lothaire Bluteau. Guión: Alejandro Amenábar. Música: Roque Baños. Producción: Alejandro Amenábar, Fernando Bovaira y Christina Piovesan. Estreno en España: 2 Octubre 2015.