He estado cerca de cinco meses de convalecencia; ha sido una situación extraña, porque sin encontrarme mal sí he tenido que guardar reposo a causa de la medicación (cinco pastillas en el desayuno, otras dos en la comida y otras dos en la cena). He guardado una estricta dieta que me ha hecho perder cerca de veinte kilos (lo cual me preocupa porque me temo que ahora no lograré quitarme a las mujeres de encima). He ido al logopeda y al fisioterapeuta. He visitado a una neuróloga, a una endocrina, a un cardiólogo, a un oftalmólogo y a un nefrólogo. Y he hecho cosas tan impropias de mi como ir a nadar o al gimnasio. En fin, que mi vida ha cambiado. Tenía que ser así.
Hoy me han dado el alta. Y en estos momentos en que vuelvo a escena quiero dar las gracias a mucha gente. En primer lugar a mi madre, que se ha desvivido para atenderme con una generosidad y una entrega que nunca le podré agradecer lo bastante. A mis hermanos y mis sobrinos, que han estado siempre a mi lado. Al resto de mi familia. A mis amigos, tanto los cercanos como los que a través del móvil y a través de faceboor y twitter me han dado su apoyo y su cariño. He descubierto que hay mucha, mucha gente que me aprecia y me quiere, y eso es impagable. Y quiero recordar dos momentos emocionantes. Cuando Julia Gómez Cora, en el escenario del Calderón de Valladolid tras el estreno de "La bella y la bestia", me dio públicamente las gracias por apoyar al teatro musical desde el principio; y cuando Sara Baras, al concluir la función de "La Pepa", me expresó su cariño y admiración desde el escenario y bajó al patio de butacas para darme un abrazo. No lo olvidaré nunca.
En fin, que vuelvo a escena de nuevo, con un horizonte totalmente nuevo y las pilas más cargadas que nunca por todo el afecto recibido. En realidad, regreso a mi privilegiada butaca con vistas. Confío en que sigáis acompañándome.