El mundo de la rehabilitación de edificios está lleno de sorpresas. Lo que puede parecer una obra de pocas semanas se puede convertida en toda una odisea. En este artículo os hablaré de tres casos, que no resolverían ni los mismísimos Rehabilitaciones Varillas. Esto quiere decir que, aunque contemos con una empresa de referencia, son casos excepcionales que debemos de asumir. Mejor dicho, debemos de prevenir al promotor de que puede pasar.
A continuación hablamos de tres casos reales, que nos enseñan que aunque hagamos una ITE o saquemos muchas fotos de la obra antes de tirar el primer tabique, siempre vamos a encontrarnos sorpresas.
Rehabilitación de un falso forjado
En el caso de la imagen destacada superior, vemos lo que aparentemente es un forjado agrietado y apuntalado. Aun tratándose de una obra con estructura de hormigón, pilares de hormigón vistos, nos podemos encontar con «la sorpresita».
En el último forjado, inmediatamente debajo de la cubierta, lo que podría parecer un forjado de hormigón sobre el que se apoyarían unos tabiques palomeros y unas viguetas… es un falso techo de ladrillo, con hasta 3 cm de mortero por abajo.
En el momento que se quiso colocar un falso techo agrietó cual cristal templado. «´pa habernos matao».
La solución, en este caso , fue sencilla y barata. La cubierta estaba soportada por otros elementos, de manera que este techo pudo ser retirado sin más, y se pudo ejecutar un falso techo nuevo, sin problemas.
El vecino que vive «flotando»
Imaginemos que llegamos a un bajo de un edificio de varias plantas. En el interior tenemos dos pilares de hormigón. Nuestro cliente busca hacer una estancia diáfana en la que quedarán esos dos pilares libres de cualquier tabique.
Procedemos a la demolición y nos encontramos con que, el vecino cuenta con un forjado que no tiene nada que ver con los pilares de hormigón. Es más , se trata de un forjado de madera en el que las vigas se entrecruzan libremente como si fuesen brochales que buscan dibujar una esvástica, o algo asi…
Concluimos que se trataba de una vivienda de planta baja y una altura, con forjado tradicional de madera. Cuando llegó el momento de hacer un desarrollo inmobiliario aprovecharon para aumentar altura, pero a partir de la segunda planta. Los forjados del segundo y del tercer piso son de hormigón, pero el primero tiene alfombras del mismísimo Aladín.
La solución adoptada en este caso fue más costosa que el caso anterior. Colocamos vigas de refuerzo de pilar a pilar, soldadas a unas camisas que abrazaban el pilar. Buscamos apoyar las vigas existentes de madera en más de un punto intermedio. Aquí hay que tener en cuenta que al realizar apoyos nuevos intermedios, cambiamos la forma de distribuir las cargas en el forjado superior, y puede que aparezcan algunas fisuras donde antes no había, pero «salvamos» el forjado.
Piedra o papel, tijera!
Los muros de piedra parece que siempre lucen bonitos. Bien sea recién construidos, con una pátina de 100 años o con alguna vegetación. Pues bien, algunos muros de piedra no nacen para ser vistos. Menos aún para hacer recortes como si fuesen de cartulina. De cartulina si que son, porque algunos llegan a ser verdaderamente inestables.
Debemos de fijarnos en la conexión entre elementos, entre mampuestos que puedan hacer de llave entre interior y exterior, que nos garanticen que el muro de mampostería, normalmente ejecutado con dos caras vistas, cuente con una buena trabazón.
De esta manera, cuando intentemos abrir un hueco nuevo, tendremos que abrir el 30 o el 40% más de lo que teníamos previsto, que podría estar más ajustado si el muro estuviese enfoscado, o fuesen sillares con otra geometría.