Revista Empresa

Reinterpretando el sentido colectivo de una empresa

Publicado el 12 septiembre 2011 por Manuelgross

Manuel Gross

workgroup2.jpgPor Julen Iturbe  

Consultoría Artesana en Red  

Muchas veces pienso que la empresa abierta “parece”, a la vista de la tradición del management, demasiado individualista. ¿En qué sentido? Desde hace mucho tiempo hemos hablado del “individualismo en red” como una de las piedras angulares en que se apoyarían estas nuevas formas de hacer empresa (o como queramos llamarlo).

Y claro, es fácil quedarse con “individualismo” y menospreciar el apellido “en red”.

Además, el sentido colectivo -las cooperativas de Mondragón son un referente fundamental- de un proyecto empresarial parece incuestionable. Juntos, en equipo, todos a una. ¿Pensamiento grupal? Sí y no. Porque hay que reconocer que muchos proyectos colectivos generan fuerza y compromiso precisamente… ¡porque son colectivos! Es algo así como si ese ente -la empresa cooperativa, pongamos por caso- fuera el que da sentido a la persona.

Pero en este primer mundo, la felicidad ha empezado ha recorrer extraños vericuetos.

Muchas personas no reconocen en el esfuerzo y en el logro colectivo derivado de él algo que satisface sus aspiraciones. El mercado del alma ha descubierto un universo de emociones y pasiones, que son el caldo de cultivo de la moderna competitividad empresarial. Y se puede mirar desde el mercado: ya no vendes coches, vendes el gusto por conducir. Y se puede mirar también desde las personas que habitan las organizaciones: ya no trabajo con habilidades duras sino que meto a mis directivos en procesos de coaching para trabajar su inteligencia emocional.

Lo colectivo se diluye en una moderna adoración de la persona.

Una a una, en su diferencia, en su unicidad. ¿Y qué es de los proyectos colectivos? ¿Dejan de interesar? Digamos que en gran medida “cambia el interés”. No me parece que sea tanto que “desaparece” el interés” sino que “cambia”, “muta”, “se transforma”. Lo colectivo, si hablamos de empresas, sigue presentando de todas formas un gran inconveniente: a medida que se agiganta reduce el valor de las personas. Individualmente pierden valor. Si Telefónica quiere prescindir de personas, piensa en el colectivo de las mayores de determinada edad, no piensa en términos individuales. No puede. Se ha agigantado y ese es un camino sin retorno.

Pero la gente sigue “conectando” con causas concretas.

¿Qué papel juegan las empresas ante esas causas? ¿Es más relevante para mi compromiso que yo forme parte de Fagor Electrodomésticos o que lo mío sea cómo hacer que ciertas máquinas llamadas lavadoras ahorren agua porque esto puede hacer que este planeta tenga un futuro algo mejor? Quizá la empresa pierde valor relativo como institución “con valores” por la presión del mercado (ahora transformado en “los mercados”). Cuenta de explotación que te crió como primer referente, gran problema.

Y además hay otro asunto delicado: la empresa moderna ha hablado tanto de valores que ya (casi) nadie se los cree.

Dime de qué presumes y te diré de qué careces. Y como tapar las vergüenzas cada vez cuesta más, las empresas sufren. Dentro de sus excelentes sistemas de gestión habita un complejo conjunto de prácticas, unas buenas, otras no tanto y otras peores. Pero si quieres hacer ver que las no tan buenas o las peores no existen en tu organización, entonces vas de cráneo. La persona individual no te va a creer por muchos valores que recorran las paredes de tus salas de reuniones.

Creo que hay que reinterpretar lo colectivo. Porque creo que sigue existiendo como valor social compartido. Quizá la empresa (igual que otras instituciones) pierde terreno como referente colectivo. Ahora compite con asociaciones, con ONGs, con entes difusos, con artefactos que no se sabe bien que son. Pero que están ahí. Lo complicado es que “individualismo en red” parece una paradoja, ¿no? ¡Y vaya paradoja!

Escrito el 8 de septiembre, 2011 por Julen en Empresa abierta

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Fuente: Consultoría Artesana en Red  

Imagen: Workgroup   


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