Hace pocas semanas comentábamos una noticia que no nos había pero que ninguna gracia y valga la redundancia, y esta decía que la risa era mala para salud. O más bien, que podría ser peligrosa si se trata de una risa descontrolada. En ningún momento lo creímos, aunque al menos por la fecha no se trataba de ninguna inocentada. En este caso, los expertos aconsejaban reír de manera responsable para evitar que un ataque feroz de risa pudiera causarnos un daño. En resumidas cuentas, reír está bien, pero no así lanzarse a la carcajada con ordinariez.
«La risa es una práctica acertada que además de reducir los niveles de tensión y ansiedad, fortalece el sistema inmunológico», ha indicado González Imbert en un artículo publicado por la agencia Investigación y Desarrollo, en el que se recuerda que los adultos suelen reír entre 15 y 100 veces al día, una incidencia «muy baja» si se compara con los niños, que ríen una media de 300 veces diarias.
«La risa disminuye la hipertensión al aumentar el riego sanguíneo, cuenta con capacidad para aliviar el estreñimiento e incrementa la concentración de colágeno, una proteína contenida en la piel que se deteriora con el paso de la edad al perder elasticidad, tersura y firmeza, y además retarda el envejecimiento», ha afirmado esta agencia.
La risa también permite liberar lipoproteínas -moléculas hechas de proteínas y grasa- en la sangre, lo que favorece la reducción del nivel de colesterol, un problema generado por un estilo de vida malsano como el sedentarismo o el sobrepeso.
Fuente: ABC
Reír activa las defensas, y lo hace tan bien y de manera tan altruísta, que la risa si es bien lograda, puede ser incluso contagiosa. Debe ser de los pocos contagios que no resultan nefastos para la salud, incluso por delante del bostezo que también es capaz de extenderse en una sala llena de gente, según los científicos por causa de la mera empatía. En la vida hay que reír, y si acostumbramos a que nos vendan que es necesario alimentar cada mañana a nuestras defensas con un actimel, no es menos importante acostumbrarnos a dedicar un rato cada día a reír.
Entre las ventajas todas aquéllas por las que mataríamos cada día: retrasa el envejecimiento, nos alivia el estrés, nos ayuda a dormir como un lirón, nos baja el colesterol, nos ayuda a quemar calorías, y nos hace felices mientras reímos. Y no acaban aquí los regalos que vienen con la risa, como si reír no fuese ya de por sí una gracia, nos protege frente al cáncer y aleja la diabetes.
Obviamente son unos datos relativos, y la risa no es de por sí un milagro, aunque podría llegar a serlo. Reír es vital para una persona enferma, y en los hospitales hay sesiones de risoterapia, como las que organiza el doctor Yaso llevando el buen humor a los niños y adolescentes a los que la vida les ha mostrado los colmillos antes de que aprendan a vivirla en plenitud.
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