Revista Arte

Reivindicando el arte latinoamericano contemporáneo

Por Marisol Marisol Fernández Recalde

Reivindicando el arte latinoamericano contemporáneo

Latinoamérica se ha caracterizado por ser una zona de promisión, salvación y de riqueza infinita, la cual ha sido atropellada y devastada por los hombres de todas las épocas y orígenes, desde su conquista por españoles y portugueses, hasta la explotación de sus bienes naturales por los norteamericanos, sin olvidar sus propios terratenientes, dictadores y militares que con violencia y corrupción han impedido el desarrollo de un continente de prosperidad y bienestar.

Tanto el siglo XX como los inicios del XXI, empiezan marcados por la movilidad de personas, ideas, bienes y virus, en un momento donde el concepto de globalización ya no nos parece tan distante de un postcolonialismo firmado por Coca Cola y Nike. Es una época donde los artistas y pensadores latinoamericanos encuentran ese reconocimiento que, hasta ahora, solo han conseguido como unas cuantas excepciones a la regla de opacidad que ha regido para una creación plástica no fácilmente homologable con los gustos, la estética o los conceptos triunfantes en Europa y EEUU.

Varios de los artistas latinoamericanos reconocidos a nivel mundial trabajan en países como España, Inglaterra, Suiza, Italia, Australia, EEUU, entre otros. Ellos son la mejor definición de globalización en un mundo cambiante, en el que el término Latinoamérica se pierde entre sus fronteras políticas y sus fronteras geográficas, económicas y culturales, convirtiéndose en una zona del mundo que ofrece y plantea opciones infinitas al arte visual contemporáneo.

Existe una pequeña pero exquisita tradición de artistas y escritores que se han trasladado a México, Argentina o Brasil (principalmente) desde otros lugares, pero no hay duda de que el flujo de salida es muy superior al de entrada. Dicha tendencia no se ha frenado en la actualidad, pero sí ha cambiado en duración. Ahora son muchos los que salen, pero casi todos vuelven y viven entrando y saliendo del país, del continente, para participar en muestras, bienales y para producir sus obras en otras condiciones, otros lugares.

Pero a pesar de esta fluida diáspora, de este movimiento continuo, el conocimiento que existe en cualquier parte del mundo del arte latinoamericano actual se diluye en unos pocos nombres, algunos de ellos incluidos en las vanguardias históricas. Y prácticamente nada o apenas un par de nombres – íconos del arte contemporáneo. En los abundantes “Vademecums” del arte actual no suelen estar presentes, aunque es cierto que cada vez sube más su cuota de presencia, como sucede también con las mujeres.

Sin embargo, este trato no solo es insuficiente, sino también ofensivo hacia unos artistas renovadores, diferentes y que mantienen en su trabajo muchas de las esencias definitorias del arte, ya perdidas en otros páramos geográficos. Aunque evidentemente su cuota de mercado no es importante y eso es lo que los mantiene alejados de la primera fila de las grandes exposiciones.

No se puede hablar de artistas latinoamericanos sin hablar del mercado del arte contemporáneo en Latinoamérica. Un mercado débil y que apenas tiene importancia en un mercado global dirigido por una docena de galerías inglesas, norteamericanas y alemanas: los demás son comparsas de un mercado que se limita a unos pocos que tienen nombres nada hispanos.

Los artistas lo saben. Y la lucha por entrar en galerías de otros países, de contactar con curadores internacionales, es la muerte. Como el de las galerías por ser consideradas en ferias internacionales, algo que solamente consiguen unas pocas. Una lucha que les sitúa en campo ajeno, una lucha imposible de ganar.

Pluralismo y legitimación en el arte latinoamericano contemporáneo

Reivindicando el arte latinoamericano contemporáneo

El arte latinoamericano es una realidad de tipo complejo, no lineal, en la cual se entrecruzan redes o cuya proliferación y discontinuidad podría resolverse en un modelo de multiplicidades rizofitómicas – o de variadas raíces – como el propuesto por Gilles Deleuze y Felix Guattari.

En este mismo marco, se puede recoger la percepción de Lyotard del arte como acontecimiento, ocurrente en un espacio recorrido por los actuantes de la significación y de la designación, aunque la suma de los mismos no agote las posibilidades de sentido: el acontecimiento abre un espacio y un tiempo de vértigo, cuyo desorden promueve el surgimiento de la verdad y su presencia como realidad.

El segundo marco de referencia es aquel del pensamiento iberoamericano sobre cuestiones de identidad, cultura y arte. Desde el discurso de la liberación de Leopoldo Zea, Gustavo Gutierrez y Paolo Freire hasta los planteamientos de Walter Mignolo, se esboza una problemática de replanteamiento de las categorías de la conciencia regional desde la multiplicidad de los lugares de enunciación, con una valoración constante de las dinámicas de lo global y lo local.

Finalmente, muchas obras de arte recientes pueden aportar significativos marcos de razonamiento para la constante reinterpretación artística de la identidad latinoamericana. En ese sentido, se puede afirmar que el arte latinoamericano es legitimizador. Por esta razón, los aspectos relacionados con la recepción y comunicación se vuelven centrales aunque no necesariamente correspondan a la intención del artista.

Ante un saber fragmentado y diversificado en el pluralismo de las representaciones del mundo, el público opta por una percepción lúdica, más cercana a la “fiesta de la diversidad”, que por una interpretación conceptual del discurso. El público también experimenta una crisis de la representación única, a la vez que desarrolla el gusto del juego.

A menudo, el arte, para complacerlo y complacerse a la vez, opta por estrategias como la alegoría, la intertextualidad, el pastiche, donde la diversidad de las fuentes se plantea de manera lúdica, como un acto de poder. A la vez, estos recursos, entre los cuales destaca a intertextualidad, aporta un marco de referencia mucho más amplio, que alude a permanencias y continuidad y responde de manera creativa su añoranza de unidad, a la vez que tiene consecuencias inmediatas en su modo de divertirse, pensar o imaginar.

Fuentes:

En movimiento. Rosa Olivares. Editora de EXIT: 100 artistas latinoamericanos, 2006

Pluralismo y legitimación en el arte latinoamericano contemporáneo. Por Mihaela Radulescu de Barrio de Mendoza. Filóloga y crítica cultural, docente de la Pontifica Universidad Católica del Perú.

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