Revista Psicología

Relación entre conflicto emocional y enfermedad

Por Yanquiel Barrios @her_barrios
Relación entre conflicto emocional y enfermedad Relación entre conflicto emocional y enfermedad

La relación entre conflicto emocional y enfermedad física ha sido ampliamente estudiada desde muchas y muy variadas perspectivas, de todas ellas me gustaría destacar la medicina tradicional china, una medicina holística y milenaria que relaciona detalladamente y con extraordinaria precisión determinados estados emocionales con enfermedades.

La medicina tradicional china parte de la base de que somos energía (todo en el universo es energía y todo está conectado entre sí) y de que existe una energía vital (qui) que circula por nuestro organismo a través de diferentes meridianos o canales. Desde esa disciplina se afirma, sin ningún género de duda, que las emociones y los pensamientos negativos que tenemos de manera reiterada son capaces de bloquear ese flujo energético y de emitir una vibración de desarmonía que puede llegar a enfermarnos, alterandonuestro equilibrio.

Los síntomas físicos que desarrollamos, a raíz de conflictos emocionales altamente perturbadores, actúan como señales de alerta que nos ponen sobre aviso de que algo no va bien a nivel mental o emocional. Estos síntomas pueden variar en grado e intensidad y si no son atendidos a tiempo pueden derivar en enfermedades físicas muy graves, llevándonos incluso, en el peor de los casos, a la muerte.

Tener patrones mentales desadaptativos, pensamientos y emociones negativas intensas y muy traumáticas, que han sido negadas y/o reprimidas y por consiguiente no resueltas y que perduran en nuestro interior a lo largo del tiempo son, en gran medida, responsables de que nuestras células se alteren y pierdan la información que las hace funcionar de manera óptima.

Relación entre conflicto emocional y enfermedad

Cuando el corazón no llora, lloran los órganos, afirma Boris Cyrulnik.

Existe una relación muy estrecha entre la emoción que se siente y la parte del cuerpo que se resiente. Dice la vieja sanadora del alma Ada Luz Márquez:

No duele la espalda, duele la carga. No duelen tus ojos, duele la injusticia. No duele tu cabeza, duelen tus pensamientos. No duele la garganta, duele lo que no se expresa o se expresa con enojo. No duele el estómago, duele lo que el alma no digiere. No duele el hígado, duele la ira. No duele tu corazón, duele el amor. Y es él, el Amor mismo, el que contiene la medicina más poderosa.

No podemos vivir sin emociones, eso está claro, somos en gran parte seres emocionales. De hecho hemos venido a este plano físico a sentir y a experimentar todo un amplio abanico emocional que a veces gusta pero que otras muchas veces disgusta terriblemente. Con el fin de "protegernos" y evitarnos sufrimiento desarrollamos una serie de estrategias que tienen como finalidad el minimizar o neutralizar el impacto de las emociones desagradables. A veces se consigue, sí, pero otras como se dice coloquialmente, es peor el remedio que la enfermedad y en vez de ayudarnos nos convierten en seres incapaces de gestionar adecuadamente lo que la vida nos depara.

Las emociones tienen un enorme poder y su efecto es capaz de persistir incluso una vez que ha desaparecido el estímulo o la situación que las ha provocado si se mantiene en nuestro recuerdo. Por ello, en múltiples ocasiones, se quedan en nuestro organismo emociones negativas, fruto de conflictos que hemos creído solucionados y archivados pero que permanecen latentes en nuestro interior sin que seamos conscientes de ello. Esas emociones "olvidadas" o atrapadas nos van quemando por dentro. Así pues, tanto si somos conscientes o no, emociones como la tristeza, la ira, el odio, la impotencia, la frustración, el miedo, la preocupación desmesurada y la angustia contenida, actúan como si fueran un veneno que nos va matando lentamente y que a pesar de ello alimentamos diariamente con multitud de pensamientos negativos que sirven de abono para que ese malestar crezca.

Si no atendemos los conflictos emocionales justo cuando aparecen, estos se enquistarán y acabarán por salir tarde o temprano de manera descontrolada en forma de enfermedad.

La autoregulación emocional nos hace libres y no esclavos de nuestras emociones. Pudiendo ser capaces de canalizarlas de manera mucho más positiva. Según Goleman, el padre de la inteligencia emocional, el poder ser capaces de darnos cuenta de lo que está pasando a medida que ocurre es una habilidad indispensable para manejar adecuadamente nuestras emociones. Es importante que seamos conscientes de nuestras emociones y nuestros pensamientos, de nuestras heridas, de nuestras necesidades y carencias, de lo que nos duele y de cómo reaccionamos ante ello.

Por ello, presta especial atención a cualquier patrón de pensamiento repetitivo que aparezca en tu mente, sobretodo si es negativo, y sea cual sea e identifícalo. Siempre que sea posible dale la vuelta, si no puedes tan solo obsérvalo y deja que pase sin más, no te detengas en él más de lo estrictamente necesario, no te aferres a ello. Aprende a soltar.


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