Aunque parezca sorprendente, una nueva investigación ha encontrado una relación entre el consumo de pescado en el embarazo y el riesgo de que el bebé tenga un mayor crecimiento en los años sucesivos y desarrolle obesidad infantil. Claro, que en realidad no es el pescado el causante de que los niños desarrollen sobrepeso u obesidad, sino los contaminantes orgánicos persistentes presentes en el pescado, que pueden alterar el sistema endocrino y por tanto, incrementar el riesgo de desarrollar obesidad.
Hace un par de años la Agencia de Medicamentos y Alimentación (FDA) y la Agencia de Protección del Medio Ambiente (EPA), ambas de Estados Unidos, recomendaron a las mujeres que amamantan a sus bebés y a las mujeres embarazadas que no consuman más de tres raciones de pescado a la semana por el riesgo de exponer al bebé al bebé al metilmercurio, elemento resultante de la metilación del mercurio en algas y bacterias que sirven de alimento a muchos pescados. El metilmercurio termina alojándose de por vida en el organismo de los peces pequeños, estos son el alimento de otros pescados más grandes y así, el metilmercurio termina alojándose en aquellas especies marinas con las que los seres humanos nos alimentamos.
Pero en aquel entonces no existía una respuesta clara sobre la cantidad óptima y el tipo de pescado que se podía consumir durante el embarazo en relación al crecimiento y desarrollo de los niños. Los investigadores de la Universidad de Creta y el CREAL (Centro de Investigación en Epidemiología Ambiental) analizaron los datos de 26.184 mujeres embarazadas y de sus respectivos hijos para examinar la relación entre el consumo de pescado que realizaba la madre y el crecimiento de los bebés, así como el riesgo de sufrir sobrepeso y obesidad. El seguimiento se realizó desde el embarazo y hasta que los niños cumplieron seis años, en intervalos de dos años.
Las mujeres y bebés estudiados pertenecían a distintos países, la ingesta de pescado varió entre las 0’5 veces por semana que consumían las mujeres de Bélgica, y las 4’45 veces por semana que consumían las mujeres españolas. Superar las tres raciones semanales recomendadas por la FDA, fue considerado por los investigadores un consumo elevado, y consumir una ración o menos se consideró una ingesta baja. El consumo calificado como moderado es de dos a tres veces por semana.
Tras conocer el consumo de pescado de las mujeres participantes en el estudio, se realizó un análisis de los niños, los expertos comentan que un 31% de los niños tuvieron un crecimiento rápido hasta los dos años de edad. También se constató que el 19’4% de los niños tenían sobrepeso, y un 15’2% obesidad en el segmento de edad de 4 a 6 años. Al cotejar los datos se descubrió que las mujeres que consumían más de tres raciones de pescado por semana durante el embarazo, tuvieron hijos que a los 2, 4 y 6 años de edad tenían un IMC (Índice de Masa Corporal) superior, en comparación con los niños cuyas madres habían comido menos pescado.
Por tanto, consumir mucho pescado durante el embarazo se asocia a un mayor crecimiento del bebé en los dos primeros años, y un mayor riesgo de sobrepeso y obesidad de los niños a los 4 y 6 años, algo que no ocurría a los niños de madres cuyo consumo de pescado era más reducido. Otro dato significativo es que el efecto era mayor en las niñas que en los niños. Como decíamos anteriormente, no es el alimento en sí lo que provoca esta situación, son los contaminantes presentes en el pescado los responsables de que se produzca una mayor prevalencia del sobrepeso y la obesidad. Parece evidente que será necesario realizar nuevos estudios centrados en el tipo de pescado consumido y su contenido en elementos contaminantes, de momento, los expertos recomiendan no superar las tres raciones diarias tal y como indica la FDA. Podéis conocer más detalles de la investigación a través de este artículo publicado en la página web del CREAL.
Foto | Emery Co Photo
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Relación entre el consumo de pescado en el embarazo y la obesidad infantil