-Soy celíaca.-¿Celíaca? Pues vaya...-No es para tanto, te acostumbras. -No, si no es porque sea malo, es que no le vas a gustar a mi madre.-¿Cómo? -Mis padres tienen una panadería, de hecho, la más grande de la ciudad. Si te llevara a casa y le dijera a mi madre que eres celíaca, la escena más o menos sería la siguiente:
- Mamá te presento a mi novia, pero no le pongas pan para comer que es celíaca... no puede comer pan, ya sabes...'. - Pero hijo, y tu padre ¿qué va a decir?- Lo sé mamá lo sé... no come pan.- ¿Pero tú, tú, tú de verdad la quieres?
Si la familia suele ser un problema en los asuntos de pareja, en ese caso lo habría sido mucho más. La celiaquía no es, ni de lejos, una garantía para escapar a las trabas de los suegros.