Para practicar el ejercicio de la mejor manera nos sentamos en una silla con respaldo y sin reposabrazos. Apoyamos el torso relajadamente y mantenemos la columna vertebral erguida. Los reposabrazos nos inducen a apoyar los brazos, lo que los presionaría hacia arriba y no nos ayudaría a adoptar una postura natural y ergonómica.

Dejamos caer los brazos y colocamos ambas manos relajadamente sobre los muslos, separamos los pies a la altura de las caderas y los ponemos en el suelo apoyando la planta del pie.
Con calzado cómodo, o mejor descalzos, imaginamos que queremos sujetar un lápiz con los dedos de los pies y realizamos los movimientos correspondientes. Mantenemos el estiramiento de 5 a 7 segundos y lo soltamos de manera repentina. Percibimos la diferencia entre la contracción y la relajación.
Para relajar las piernas presionamos los talones contra el suelo y levantamos la punta de los pies hacia arriba. Pasados 5 o 7 segundos soltamos la presión de repente y percibimos la sensación de relajación durante un minuto.
O podemos juntar las piernas hasta que se toquen. Alzamos ambas pantorrillas, a la vez o por separado, e intentamos colocar las piernas en posición horizontal. Mantenemos la tensión entre 5 y 7 segundos. La soltamos de repente y, de nuevo, sentimos la relajación en las piernas durante un minuto.
Estos ejercicios nos ayudaran a prevenir el agarrotamiento muscular, las agujetas y cualquier tipo de tensiones musculares. No solamente se fortalecerán los músculos de las piernas y los muslos, sino también la musculatura pélvica y abdominal.