Revista Cultura y Ocio
Relatos de ciencia ficción: análisis (i). valentine, clare, reed
Publicado el 02 noviembre 2012 por FhrodriDesde que he vuelto a ésta, mi hábito abandonado durante tantos años, la lectura del género de ciencia ficción, me he topado con una dificultad. Qué libros comprar, qué autores. Internet ofrece tanto caudal de información, que uno empieza con los espacios donde se le ofrezca cierta criba. Como ya me explayaba en mis dos posts sobre el canon de las series (aquí y aquí), sin embargo, he aprendido la lección, ya que conformarse con los blogs principales o más visitados en la ciencia ficción puede resultar tan comproducente como con las series. En este caso, a diferencia de la blogosfera española (donde es más común la crítica destructiva), el problema es el exceso de entusiasmo. Todo lo que se publica está cercano al notable, según estos blogs más populares.
Después de mi lucha durante la lectura de Boneshaker, de Cherie Priest, más la decepción procedente de algunos de los llamados "clásicos" (Larry Niven, y su Mundo anillo, o las obras de Robert Heinlein), decidí, no sé si del todo conscientemente, seguir otro camino. Uno que, de paso, me llevara a qué se estaba haciendo ahora mismo.
Probé con los premios; en concreto con los nominados y vencedores del Premio Hugo y el Premio Nebula. Tampoco resultó una experiencia tan satisfactoria como esperaba. Eso me hizo investigar un tanto más, y así fue hallando otros blogs y analistas un tanto menos complacientes. Gracias a páginas como Asking The Wrong Questions, Everything is Nice, o The OF Blog y a mi propia experiencia, he comprobado que estos premios, sus ganadores, sus nominados, no son tal vez el mejor camino para introducirse en las soluciones más interesantes, arriesgadas, originales, que el género de ciencia ficción y el fantástico está ofreciendo en este formato en la actualidad.
Luego, gracias al contacto con el equipo del podcast Los Verdhugos, y, sobre todo, el blog de uno de sus participantes (Sense of Wonder), he encontrado que también son relevantes los trabajos en formatos más cortos. Además, para mi propia experiencia, me convenía la exploración de cómo se narra todo un universo diferente (lo cual se aplica también al fantástico) con un límite de 6000 palabras. Además, estos tienen la ventaja de que, en muchas ocasiones, se publican online, donde cada vez hay más publicaciones dedicadas a este género.
Algunas listas que corren por Internet, y que pueden ser un punto de partida, son las de Lois Tilton , la persona encargada de la reseña de todos los relatos publicados durante el año en la revista Locus, o fijarse en cuáles han sido los relatos incluidos en las antologías en papel, o bien seguir los consejos de algún autor, como yo he hecho con el propuesto por la autora Rachel Swirsky.
Estos son algunos de los relatos que he estado leyendo últimamente. Recomienda su lectura, antes de entrar en el análisis. O bien, leer sus argumentos, para ver si les parecen atractivos, entonces ir a los relatos (pongo los enlaces) y luego volver, y contrastar impresiones.
Seeing Genevieve Valentine
Seeing cuenta cómo una tripulación se prepara y busca planetas como alternativas a (suponemos) la Tierra, donde hay dificultades para salir adelante en un hipotético futuro. En concreto, el problema principal es el suministro de agua y es llamativo cómo Valentine lo resume en pocas palabras. Es una de esas peculiaridades del formato corto que me interesan: en pocas páginas y palabras, hay que utilizar recursos que resuman.
“They had privatized water. Mission Control got it below market price. Marika even had enough to bathe in. She still hoarded, took furtive gulps like she didn't know when the next one was coming. It gave her away as a refugee, but she couldn't stop. Some thirsts you never get over.”
Con un párrafo, y una imagen (Marika bebiendo furtivamente), tenemos un detalle concreto del personaje, y de esa situación que es suficiente: no hace falta que este contexto se explique más. Sobre todo, porque en este caso no es el tema del relato.
La nave es lanzada sin ser planeado y los tripulantes se enfrentan a una disyuntiva: si continúan su viaje, avanzarán en la comprobación de posibles espacios para que emigre toda la población. Pero sin posibilidades de volver.
La acción no adquiere tanta importancia en sí como en su efecto en Marika, que es la que tomará la decisión final. Además, gracias a ella se expone el detalle tecnológico y científico con una visión que se acercaría, en parte, al de cualquiera de nosotros: “The atmospheric interference muddies the light, drags it through the sky faster than your eyes can follow. If you're lucky — if you're at a high altitude, on a clear night, in a lonely place — this interference is perhaps a few dozen arcseconds out of alignment with reality. […]Astronomers call this measurement Seeing. (Science has run out of more complicated words to explain the ways the universe has outwitted us.) What it means: you can't trust your eyes. You can't trust your instruments. You can't trust a thing, from the ground.”
Marika es una chica que se ha visto casi obligada a ser parte de ese trabajo de preparar vuelos a otros lugares fuera del planeta. Por tanto, es consecuente que cómo traduce la ciencia su experiencia le es irrelevante, salvo en su aspecto práctico. De hecho, en Seeing aparecerá hasta su correspondiente explicación científica sobre el movimiento de los planetas las estrellas, pero expuesto como recibiría ella dichos datos: con distancia e indiferencia. Además, pese a que, como aprendiz en su nuevo trabajo, haya de conocer toda esa información, no le roba cómo revive ella esa experiencia personal: la de “ver” las estrellas, que da título a la historia.
En este sentido, Genevieve Valentine ahonda en ese tema general de la ciencia ficción: cómo los avances científicos y tecnológicos afectan a las personas. En esta historia, en un sentido más personal y vivido.
Con ese juego de exponer la ciencia como abstracta, y la vivencia de la protagonista, concreta, sentida, y con detalles específicos, la autora consigue un efecto inesperado.
Valentine usa, como técnica (y con marcas claras; paréntesis), un narrador que comenta las acciones y los sentimientos de la protagonista, Marika. A veces es un tanto intrusivo, y a veces sirve de énfasis: un modo de que se destaque que lo que pasa por la mente de Marika es importante. Sin embargo no llega al extremo posmodernista de crear una distancia intencionada sobre los mecanismos de la ficción. Si los paréntesis, y ese narrador un tanto omnipresente tal vez creara distancia, en cambio aquello a lo que nos da acceso gracias a él logra su contrapunto. No nos aleja: nos acerca. Al menos a un lector modelo al que no le preocupa en absoluto el dato científico. "(This has no real scope if you are close to the event; schoolchildren gather with shoeboxes to peer into the eclipse, that's all. This has no meaning until you are watching your new home become a black pearl against a far-off disc of light.)"
Como decía, es una forma de acceder al interior de la protagonista, y a esa especie de conflicto y lucha entre esa situación obligada: Marika es una especie de refugiada que acepta el cargo que le dan, le guste o no. De hecho, alguna pista se cuela que señalaría que es justo lo aprendido, y cómo le afecta, lo que moverá sus decisiones, hacia el final del relato.
"(But she knows, sheknows, you can't tell a thing from the ground.)"
Y es que la otra vivencia fundamental de su pasado parte también de una noche mirando el cielo, donde observa cómo un hombre ejecuta una acción que luego será una especie de obsesión.
Lo que sucederá al final de la misión se moverá en una ambigüedad curiosa: ¿el destino (la imagen que le persigue) se repite, o bien que ella ha forzado que se repita? Éste podría ser su segundo tema. La vivencia de un personaje como motivación para que se empujen decisiones con consecuencias.
Este relato se encuadra dentro de una (posible, aún es pronto para conclusiones) tendencia que asume el género, y el formato, de una forma más ambiciosa y consciente. Por tanto, la escritura se preocupa del estilo, y se preocupa de la técnica. Y suele preocuparse de los personajes.
Pero Seeing a ratos se despreocupa un tanto por la inteligibilidad. Existe un continuo paso del presente de la historia de su pasos a flash-backs (si van a leer este relato en el Kindle, ojo, porque, en mi caso, la transformación de la página a su formato hizo desaparecer todo los delimitadores de la original, que separa más claramente entre un tiempo y el otro). Eso hace que haya grandes elipsis en lo que sucede, en un tiempo, y en el otro.
No estoy seguro de que esto se equilibre con la claridad suficiente para que se comprenda del todo qué sucede. Tras un problema técnico, la nave Alkonost se ve obligada a partir. Pero luego se habla de que parte mucho más tarde. Es confuso. Las elipsis complican que se especifique mejor qué sucede entre el error y el despegue, y, después, durante el viaje.
Por eso, aunque sólo en parte, estoy de acuerdo con la reseña de Lois Tilton, en Locus.
"This is a very fragmented narrative. It flashes back and forth from the middle, to the beginning, to the end, while leaving the reasons for just about everything unclear. Some of this doesn’t really matter to the story; some of it does. There is a lot of different stuff going on."
Seeing se publicó en el número 50 de Clarkesworld Magazine (Noviembre 2010)
Woman Leaves Room Robert Reed
Woman Leaves Room posee un estilo mucho más sencillo, si bien se utiliza para exponer una situación sobre la que no tenemos todos los datos.
Contado en primera persona, tenemos un protagonista al que visitan diversos personajes en una habitación. Sólo a medida que avanzamos, iremos entendiendo que no es estrictamente una habitación, ni él, una persona en su sentido más literal.
Esto es lo más destacable del relato en cuanto a técnica. Rober Reed va diseminando detalles para que el lector vaya comprendiendo ese misterio. Por ejemplo, mediante los datos referentes a las vestiduras, cada vez más extravagantes, de los visitantes, se apoya cómo pasa el tiempo. Una vez esto se aclara, lo que irá explicándose es por qué el protagonista no percibe esos años pasados. Y quién es, en realidad. "It means you are small and nearly invisible, he says. It means that you have existed for three decades without anybody noticing. But time has no weight. No object outside this room has consequences, and this young man standing out in the hallway is no more real than the painted haystacks on the walls. What I want is for the woman to return. I want her weight and reality, and that’s what I tell this stranger. Shaking his head, he tells me that I am unreal." De paso, Robert Reed introduce bastante bien detalles en las conversaciones del protagonista con sus visitantes que, además de ir añadiendo información, de paso aportan pasos acerca del tema principal del relato: el tema de la identidad, y si sólo la que contemplamos ahora, como creadora de “seres humanos”, es suficiente para nuevas formas de vivir como conciencia.
Todo de lo que se le informa causa en el protagonista una cierta incredulidad y extrañeza, con la que podemos identificarnos. En este sentido, un narrador en primera persona es una buena elección. "I listen to every word, nodding patiently. He wants to know what I think of the story. He is crazy but I prefer to say nothing. Frowning, he tells me that a great deal of work brought him to this point. He says that I should be more appreciative and impressed. Then he asks if I understand how I managed to survive for this long. But no time has passed, I reply." El final del relato desprende un romanticismo sorprendente. Sin desvelarlo, sólo diré que permite que se cumple el sueño, y que es una visión acerca de cómo sí es posible esquivar el paso del tiempo, mediante eso tan tópico como es el amor. Sólo que Reed no lo presenta como tal; no es típico.
Contiene un poco de esa melancolía que estaba presente en el final de Inteligencia Artificial (Artificial Intelligence AI, Steven Spielberg, 2001), y, aunque menos potente, un algo de esa tristeza que yo he hallado en Silently and Very Fast, una novella de Catherynne M. Valente, que merecerá (si encuentro tiempo y valor) un post aparte. Con tecnologías con similitudes, la diferencia principal es que Valente disponía de más páginas (y un lenguaje más poético, y más hermoso) para crear emociones.
Woman Leaves Room se publicó en la revista Lighspeed, en Marzo de 2011.
Perfect Lies Gwendolyn Clare Perfect Lies también confía mucho de su valor en un personaje, y cómo va reaccionando y viviendo la situación planteada.
Nora es una mujer con una tara que, al tiempo, es útil para la diplomacia de los humanos en sus relaciones con otras razas extraterrestres: no es capaz de expresar sus emociones en su rostro.
Con la visita de cierto embajador, cuya cita es fundamental para el programa de expansión de la flota, su papel se convierte en clave.
"Not me, though, they don't get tired of me because they can only read what I give them. By the end of the meeting, the Prime Judge left feeling reassured and a little intrigued. An excellent first impression. I earned their trust and felt sick all the while, knowing what was to come. If my face were chained to my innermost thoughts like a normal person, I would have grimaced."
La historia es clara, comprensible, pero se echan en falta algunos matices. El riesgo con que se prime más la trama que el personaje existe cuando lo primero no es, de veras, tan novedoso ni tan atractivo. Nora resulta creíble y su observación del mundo que le rodea es interesante: para ella, todos son muy fáciles de descifrar; sabe leerlos, en sus intenciones. Y ello justifica esa cantidad de detalles anotados y expuestos, improbables para un narrador en primera persona. Sin embargo, para ser un personaje con una visión tan particular, no llego a identificar demasiadas diferencias con lo que sería, por ejemplo, una espía bien entrenada.
"A movement in my peripheral vision distracted me. Across the room, one of the caterers walked with too much tension in his step and clutched his tray nervously. He was not here with the sole intention of serving appetizers."
Un relato donde se ahonda mucho mejor en la visión de un ser “diferente” es Movement, de Nancy Fulda (nominado a los Hugo; tal vez algún día haré un post sobre relatos nominados a estos premios). Claro que Fulda lo hacía sacrificando mucho de trama. Quizá en un relato no haya ocasión, o no tan fácilmente, para dedicarse a una trama bien construida (y expuesta) y, a la vez, a la definición de un buen personaje. Quién sabe; el caso de Seeing probaría esto en cierto modo.
Puede que Gwendolyn Clare ponga en Perfect Lies demasiado énfasis está sobre cómo los demás ven a Nora, en cuanto a que su labor es que el embajador extraterrestre no perciba en ella la mentira. Pero puede que ello sea menos interesante. Es verdad que también se expone cómo el modo den que la juzgan el resto de personas (inexpresiva; sociópata, piensan algunos) tiene su cuota de conflicto. Pero la protagonista se presenta asumiendo bien su condición de encubridora de mentiras (no va más allá de la ironía, y hasta desprecio por quienes son los que le dan esas órdenes) tan bien como asimila esa mirada del resto de humanos. Y, en cuanto a ese momento donde se aborda su pasado, parece más bien un resumen demasiado general que proporcione un backstory, digamos, de manual, antes que un intento real de darle profundidad a Nora.
Perfect Lies se publicó en el número 54 de Clarkesworld Magazine (Marzo 2011)