Revista Arte

Remembranzas de un pueblo sin memoria

Por Loracueto

…Dedicado a los que suelen recordar cada vez que inicia el mismo tortuoso ciclo…   
Teniendo en cuenta cuán redundante puede llegar a parecer mi título, inicio y termino este ciclo en aquel territorio donde las calles están plagadas de soledad, la gente ni recuerda ni olvida, y las casas son reflejo del polvo envejecido que la brisa impregna en las paredes.
De niño solía mecerme en una hamaca a la orilla de la extensa rivera. Luego, almorzaba en un patio inundado de animales malolientes, que no hacían más que intentar arrebatarme el plato de comida que con tanto esfuerzo me había ofrecido la vecina. Cuando conseguí crecer y pude huir por mis propios méritos, me obligaron a regresar, pues mis raíces provienen de aquel pueblo… y pensar que las raíces condenan el destino porque se llevan seguidamente del nombre.
Gracias a las circunstancias pude entrar y salir las veces que me provocaba hacerlo, pues vivía en la casa de quién estaba por encima de los de mentes enajenadas, y disfrutaba la situación porque sabía que después iba a sufrir y a recordar todo ese dolor que miles de seres me hicieron sentir.     Este es el mismo lugar que para demostrar su inconformidad inventa diversas estrategias de agresión de mente, cuerpo y espíritu, y a su vez, destruir aquellas casas donde habitan los personajes más enigmáticos de la población. El que se reúne para apreciar cómo unos cachos de otra especie son clavados en lo más profundo del cuerpo, y aplaude tal riesgo para demostrar maneras de destrucción de virilidad. El mismo que no sabe dónde queda el corazón porque ni siquiera conoce la ubicación del alma; el que se alebresta con gran cantidad de pólvora en el cielo y que sin el más mínimo temor, se disfrazan de ovejas negras por temporadas, para dar a entender que sus habitantes tienen las de ganar.
Si usted llega conversando y se va sin mencionar una sola palabra seguramente sí es el mismo lugar del que le hablo. Si pocas veces escucha “gracias”, si nunca espera que 9 días de velorio ocurran constantemente al aparecer el alba, o hasta ser despojado de lo más íntimo, no venga a este lugar, pues podría llorar al punto de perder la razón.   
Quien no lo conozca, que no se atreva a dudar de qué lugar hablo, quién lo haya visto que se dé cuenta que no lo conoció del todo y quiénes no han salido de ahí, pues lo siento, hablo en plural
Es mejor recordar para que mis remembranzas se conviertan en provocaciones motivadoras que me inciten a tener este espacio, creado en parte para plasmar mi autónoma combinación de letras, y por supuesto, para no olvidar como lo hacen algunos de los que habitan ese sector. Ahora pasaré algunas horas aquí y veo la gente entrar y salir de aquella casa deshabitada sin darse cuenta que escribo en una mesa; tanto afán lo provoca el percatarse que el día 365 está más próximo de lo esperado y por la desconfianza que les produce saber que una nueva mente reinará cuando llegue el alba. Mientras tanto le agradezco a los 364 días que pasaron por convertirme en un ser ‘escalador’ que no ve la hora de llegar a la cima, pero que espera con paciencia porque agradece que en esos días pudo sonreír, pero también llorar; pudo aprender, pero a la vez aprehender y transmitir; eliminó una enorme cantidad de amigos, para preferir unos que con calidad sean capaces de defenderlo; logró enfrentar y así mismo perdonar; no se enamoró pero tuvo ilusiones y entre tantas nimiedades, nunca se despegó de la ficción.    
Para terminar mi último escrito del año 2011, le deseo a mi familia, a mis bauleros, a mis colegas, a los que no soy de su agrado, a los que no son de mi agrado y sobre todo a mis pocos amigos que en este 2012 no concedan un Feliz Año, porque si sonríen los 365 días que se avecinan (o quizá 356) la quijada se cansará y entonces no les quedará fuerza para cuando los momentos tormentosos lleguen; por ende, les deseo buena energía, motivos para sonreír aún con el rostro empapado en lágrimas, sabiduría para solucionar conflictos y asertividad en sus acciones, no para que siempre les vaya bien, sino para que cuando caigan, se raspen, se limpien y sigan su camino.
¿Qué quieres que el baúl saque a flote?... Envía tu respuesta a: [email protected]

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