Si bien es conocido y elogiado por ser uno de los pocos equipos que aún mantiene una ideología de juego olvidada y pregonada solo por algunos valientes, el Arsenal también ha sabido lograr trascendencia por su particular suerte, dentro de la que se destacan goleadas en contra, incontables lesiones, remontadas insólitas y un sin fin de situaciones que rara vez suelen ocurrirle a otros equipos.
Hoy, cuando el Reading le marcó 4 goles en el primer tiempo del partido correspondiente a los octavos de final de la Copa de la liga, todo parecía indicar que una nueva tragedia futbolística iba a entrar en la historia del conjunto dirigido por Wenger, pero esta vez el destino estuvo del lado del Arsenal.
Antes de la finalización del primer tiempo, Walcott recortó distancias y levantó un poco los ánimos de un equipo que hasta ahí parecía liquidado. Según reconoció el mismo goleador, Arsene Wenger fue terminante en el entretiempo: “Eso no es Arsenal”.
Con el gol de Walcott como inflador anímico y con las palabras de Wenger a cuestas, los Gunners iniciaron una remontada histórica, de esas que se pueden ver una sola vez en la vida. Giroud marcó el segundo y los restantes se hicieron desear, a tal punto que llegaron en fila y sobre la hora, para multiplicar las emociones y forzar la deseada prórroga.
Lejos de finiquitar el trámite de manera simple, el Arsenal se mantuvo fiel al sufrimiento hasta último momento. Logró la ventaja por primera vez en el partido pero sufrió un nuevo gol antes de que pudiera disfrutarla y, cuando los penales empezaban a ser una salida decorosa, Walcott y Chamakh sentenciaron el histórico 7-5 y cerraron un partido que le hizo honor a la vieja y trillada frase “no apto para cardíacos”.