Es un año menos para el alma. Cada año que pasa es una enseñanza
profunda donde nos subimos a una montaña rusa y no sabemos que nos
depara. Nos podemos despeinar, puede ir fuerte y por momentos se vuelve
lenta. En un abrir y cerrar de ojos ahí estamos, en la recta final.
Observamos con ansiedad aquellas cosas que pasan a toda velocidad por
nuestros costados, nos dejamos llevar y reímos como niños.
Sera que eso es lo que nos mantiene
realmente vivos, la adrenalina que corre por el cuerpo, se desprenden
miles de endorfinas que nos activan, nos ponen en un estado mas elevado.
Mientras se va terminando la vuelta, estamos próximos a esos 365 días.
Es inevitable no voltearse y pararnos un instante a observar. Observar
desde el Angulo poco frecuente, con objetividad.
Ahí los vemos,
los tenemos a metros. Aquellos instantes que fueron encastrando cada una
de sus piezas en nuestro paso. Ese rompecabezas infinito que jamás
termina, siempre nos faltan piezas y seguimos buscándolas con
perseverancia, a veces sin buscarlas aparecen y se acomodan solas.
Pero son piezas invaluables que se van acumulando en el alma.
Quizás hubiéramos preferido que todos estos días fueran maravillosos,
pero nos gano la tormenta en más de una ocasión. Tal vez la risa se
volvió un llanto desconsolado o viceversa. O simplemente la hermosa
melodía que sonaba en nuestros oído se volvió un silencio gigante.
No importa cuánto de todo eso haya sucedido en tu vida. Lo importante
es que vibraste con cada momento, atravesando un montón de sentimientos,
de contradicciones. Pero lo importante es que ahí estas. Mirate un
momento, sos vos el que está ahí parado después de este maravilloso
paseo. Eso significa que una vez más, lo lograste. Lograste atravesar
cada uno de las enseñanzas que debías aprender en estos 365 días.
Y estas entero, aunque por dentro sientas que tu alma se quiebra, que
aun te faltan partes por reparar. No importa eso ahora, tenemos el poder
de transformar todo sin importar el tiempo que eso nos lleve. No se
trata de una carrera a ver quién llega primero, se trata de un camino
por recorrer. Ese camino a veces se vuelve oscuro pero siempre a lo
lejos, esta esa luz que nos alcanza.
Cerra los ojos por un
momento y en el silencio más ruidoso deja que te alcance, te abrace y
puedas sentir que es este el momento, que estas más cerca de volver a
casa. Volver a casa es volver a vos, a la fuente, al inicio.
Y
una vez más, cuando el cielo este cubierto de estrellas brillando ahí
resurgirás, porque nos encargamos durante todo este tiempo de morir y
resucitar, una y otra vez..
Con la fuerza suficiente renacemos dentro de nuestro dolor, nuestra alegría, nuestros miedos.
Siempre renacemos para tener una mejor versión nuestra.
Pero ante todo para amarnos cada día un poco más..
Florencia Lema - 28/12/2018
Cancion: La edad del cielo
Artista: Jorge Drexler