Agridulce sabor de boca deja la constatación del gran fracaso colectivo de España. Agrio porque las decisiones se toman de espaldas a la gente pero tienen graves consecuencias para la gente. Dulce, porque ya no estaremos mareando la perdiz buscando fórmulas para sanear nuestra banca idiota.
Hay muchas dudas en el aire: ¿cuánto será el monto total del rescate? Se habla de 100.000 millones de euros para empezar, pero desconocemos todavía el tamaño del agujero. ¿Qué bancos recibirán la pasta? Hay bancos radiactivos como Bankia y otros en una aparente mejor situación como BBVA, ¿cuánto se asignará a cada uno? ¿qué criterios se seguirán? Se dice que el rescate bancario viene sin contrapartidas políticas. Bueno, desde que Zapatero se suicidó en directo en el Congreso de los Diputados, existen esas contrapartidas políticas. Como poco podríamos pedir que dejaran de tratarnos como a imbéciles.
Que nadie se equivoque: este rescate viene con contrapartidas políticas. Habrá una mayor cesión de soberanía y no nos podemos quejar: se supone que Europa nos está salvando el culo. Tampoco nos podemos quejar porque colectivamente hemos fracasado. Nos ganamos a pulso llegar a esta situación terminal. Temo que no hayamos aprendido la lección. En Europa temen lo mismo.
Por esto último, me hace mucha gracia (bueno, no, realmente me parece lamentable) que la gente se queje echando la culpa a unos y a otros. Fallar a este nivel me parece errado: ni echar culpas no romperá el préstamo que acabamos de firmar. Confieso que yo también quiero en el fondo que pase algo y reconozco que toda la clase política está con razón en entredicho, pero soy realista: las cosas no van a cambiar. El sistema está blindado. Esto es lo que hay, con esto que tenemos delante debemos bregar.
Mirábamos con preocupación a Grecia, Portugal... pues ya estamos ahí. Nos han movido a la clase de los tontos. En nosotros está demostrarles que se equivocan. Hay muchas cosas muy buenas en nuestras empresas y trabajadores. Hay cosas muy interesantes en otros países que podemos importar: modelos de administración pública, esquemas de organización empresarial... Abramos un poco las ventanas que huele a cuco. Despojémonos de la zafiedad, avancemos, marquémonos grandes metas. Si demostramos al mundo de lo que somos capaces, nos lo estaremos demostrando a nosotros mismos. Necesitamos ver que las cosas pueden mejorar. Necesitamos convencernos de que somos capaces de superar la infancia política y económica que arrastramos.
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